Capítulo 12
Finalmente, Andrés no llevó a Sonia de vuelta a la mansión. Después de dejar clara su posición, la dejó en una esquina cualquiera.

Antes de que Sonia pudiera estabilizarse, él ya había pisado el acelerador. El Porsche negro se deslizó junto a ella sin la menor vacilación.

Sonia ya estaba acostumbrada, pero aun así apretó los puños, clavándose las uñas en la piel. El leve dolor era una advertencia para sí misma: no albergar más ilusiones sobre él.

Ya que estaba fuera, decidió dar un paseo. Sin embargo, su suerte no fue buena, pues apenas entró al centro comercial chocó de frente con alguien.

—Vaya, ¿no es la señora Campos? —dijo Camila con una sonrisa burlona—. Qué raro verte, pensaba que eras demasiado etérea como para ir de compras.

Como mejor amiga de Ana, Camila era quien más se enfrentaba a Sonia. Mientras otros se habían moderado después de la boda, ella se había vuelto más agresiva, considerando que el título de señora Campos debería haber sido para su amiga.

Cuando Sonia intentó
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