Mientras las preguntas invadían mi ser, Frank tomaba su café tranquilamente en silencio, como si hubiera notado mi sorpresa ante la situación anterior, movía nerviosa mis manos y la necesidad de escapar se volvió cada vez más. —¿Cómo está tu padre? —preguntó Frank de repente, rompiendo el hilo de mis pensamientos. Lo miré, confundida. —Bien, supongo… —respondí, aunque el tono de su pregunta no cuadraba con la conversación. —Debe ser difícil para ti, ¿no? —agregó, con una expresión que mezclaba simpatía y pesar. —¿Difícil qué? —mi voz salió en un susurro cargado de confusión. Frank soltó un suspiro y miró al suelo por un momento, como si estuviera reflexionando. —Ya sabes, su desaparición. Fue un golpe duro para Evelyn y, bueno, imagino que para ti también. ¿Qué? Mis ojos se llenaron de lágrimas. —¿Desaparición? ¿De quién hablas? Frank levantó la vista y me dio una sonrisa que parecía mezclar nostalgia con una especie de determinación. —Tu padre, por supuesto. J
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