LILY BENSONCuando el dolor en mi cadera finalmente comenzó a disiparse, escuché a Max y Alex, con su energía inagotable, llenando la casa de risas y caos. Me asomé fuera de la habitación, era imposible no sonreír al verlos correr de un lado a otro con su imaginación desbordante. —¿Qué vamos a hacer este año, papá? ¿Habrá fuegos artificiales? —preguntó Alex, mientras trepaba al regazo de Ethan, quien estaba sentado en el sofá revisando su teléfono.Max se unió a su hermano con una sonrisa traviesa.—¿Podemos quedarnos despiertos hasta la medianoche?Ethan dejó su teléfono a un lado y los miró con una expresión que, aunque serena, llevaba un rastro de frialdad.—Si eso es lo que quieren, entonces así será —sus palabras parecieron iluminar los rostros de los niños.Pero la paz del momento no duró mucho. Su teléfono comenzó a sonar, y, con un suspiro pesado, lo tomó y se levantó del sofá. Se alejó unos pasos para contestar, y aunque habló en un tono bajo, pude percibir la tensión en su
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