—¿Qué has dicho? —inquirió, creyendo haber escuchado mal—. Odio repetir las cosas. —Esto tiene que ser una broma —me agarré la cabeza con ambas manos—. Me volveré loca, lo juro.—¿Tan débil eres? —susurró con malicia—. No puedes aguantar un par de verdades. —¿Un par de verdades? —pregunté incrédula—. ¡No me han dado ninguna verdad! Solo dudas y más preguntas. Mi vida en días se ha vuelto una locura, así que no hagas preguntas estúpidas. —Si por mí fuera, te restregara por la cara todo, pero eso no es de mi incumbencia. —Antes de que te marches como siempre, dime, ¿no fue una broma? ¿Realmente soy tu hermana? —pregunté y dio la espalda. —No, no lo eres —negó—. Soy un demonio, ¿recuerdas? —Entonces, ¿por qué has dicho eso? —Si recordaras, lo sabrías. Nuevamente desapareció. Era como su pasatiempo favorito llegar, dejar dudas e irse, para dejarme allí como una idiota tirándome de los cabellos. Pasé el resto del día en mi habitación, mirando el techo mientras trataba de arm
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