Me llevaron a otra habitación, un lugar que parecía diseñado para romperme. No había nadie más allí, solo yo y el silencio opresivo que parecía cerrarse a mi alrededor. Miré de un lado a otro, buscando desesperadamente algo, cualquier cosa, que me ayudara a escapar. Pero no había ventanas, no había salidas. Solo la puerta por la que había entrado, y esa puerta estaba cerrada con llave. El aire en la habitación era pesado, sofocante, como si las paredes estuvieran absorbiendo todo el oxígeno. El calor era insoportable, y cada respiro que tomaba parecía llenar mis pulmones de fuego.Me quedé allí, sentada en el suelo, mirando fijamente a la nada. Traté de pensar en un plan, en alguna forma de salir de ese infierno, pero mi mente estaba en blanco. No era que no se me ocurriera nada, era que no había ninguna oportunidad. Las horas pasaron, aunque no podía decir cuántas. El calor aumentaba, y con él, la sed. Mi garganta estaba seca, cada trago de aire era una agonía. El dolor en mi pierna,
Leer más