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Todos los capítulos de NUESTRO CONTRATO DE NAVIDAD: Capítulo 1 - Capítulo 10
24 chapters
Traición en vísperas de navidad
Ethan Graham Taylor permanecía inmóvil frente a la vitrina, su mirada fija en la colección de anillos que brillaba bajo las luces estratégicamente colocadas. Su postura recta, las manos metidas en los bolsillos del abrigo oscuro, y la expresión severa en su rostro lo hacían parecer más una estatua que un hombre en busca de algo tan íntimo como un anillo de compromiso. Sin embargo, detrás de esa apariencia impecable y controlada, su mente era un torbellino, sopesando cada detalle.A su lado, Alayna Rivers mantenía el paso con discreción. Su perfil, de una elegancia sencilla, reflejaba un profesionalismo absoluto. Era como si ella misma hubiera trazado la línea que separaba su cercanía laboral con el hombre que tenía al lado. Y, aun así, bastaba con que Ethan girara ligeramente la cabeza para que la tensión invisible que los unía se hiciera evidente.—¿Qué piensas de este? —preguntó Ethan finalmente, señalando un anillo de corte clásico.Alayna inclinó la cabeza para observar mejor. El
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¡Estás despedida!
Ethan Graham Taylor estaba sentado en el banco de madera de la celda, la cabeza inclinada hacia adelante y las manos colgando entre las rodillas.Había un corte en uno de sus nudillos, apenas seco, que escocía bajo la presión de su propia piel. El aire en el pequeño espacio era denso, y el olor metálico de la sangre impregnaba sus sentidos. Su mente era un páramo vacío, incapaz de sostener un pensamiento coherente por más de un segundo. Solo quedaba el eco de sus propios gritos y el retumbar de sus puños contra Tadeo, como si los golpes se hubieran quedado atrapados en sus huesos. Y luego estaban las palabras. Las de Tracy. Su risa. Las miradas que compartieron. Un sonido seco lo sacó de su trance: el guardia golpeó los barrotes con la porra. —Han pagado tu fianza. Puedes salir. Alayna Rivers estaba de pie en el frío vestíbulo de la comisaría, abrazada a sí misma mientras trataba de controlar su respiración. Llevaba un abrigo delgado que no era suficiente para la nieve que caía af
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Dejar todo atrás
Alayna Me desperté con el sabor metálico de la sangre aún en la boca. No abrí los ojos de inmediato. El aire era seco, pesado, y un pitido insistente me taladraba los oídos. Ya sabía dónde estaba antes de sentir la incomodidad de la bata del hospital o la presión del oxímetro en mi dedo. Lo sabía porque no era la primera vez. Esta vez era diferente. Había algo en mi pecho, no físico, sino un peso que no se iba. Era como si mi cuerpo y mi mente finalmente hubieran decidido rendirse al mismo tiempo. Abrí los ojos lentamente. La luz blanca del techo era agresiva, tanto que me obligó a entrecerrarlos. A mi izquierda, el monitor cardiaco seguía con su ritmo monótono, ese que siempre he odiado porque no dice nada, no grita, no advierte. Solo está ahí, como si fuera suficiente. Quise incorporarme, pero me detuve cuando el dolor en mis costillas protestó. Tosí. Fue un reflejo, pero la sensación que siguió fue un aviso cruel: esa quemazón en la garganta, ese sabor oxidado que nunca había
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Soledad
EthanEl club estaba lleno. La música, un ritmo pesado y constante, golpeaba como un tambor en mi pecho. La gente se movía a mi alrededor, risas, cuerpos que se rozaban, el sonido de voces que no podía distinguir. Pero no importaba. El ruido era perfecto para lo que necesitaba: un refugio donde no tuviera que pensar.La copa en mi mano estaba vacía otra vez. No recordaba cuántas llevaba esa noche, ni cuántas veces alguien había rellenado el vaso sin que yo lo pidiera. A lo lejos, vi a una mujer que me miraba. No sabía su nombre, pero tampoco me importaba.Sonrió cuando nuestras miradas se cruzaron, un gesto deducido que entendí al instante. Me incliné hacia el barman y señalé hacia ella. Pronto, una copa estaba en sus manos, y el brillo de su sonrisa creció. Esto era fácil, automático. Lo suficiente para mantener a raya el vacío que seguía aferrándose a mí.—¿Eres inglés? —preguntó ella cuando finalmente se acercó, su acento francés adornando cada palabra.—¿Lo parezco? —respondí, esb
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Regreso en Navidad
EthanEl avión aterrizó con un leve sacudón, devolviéndome a un lugar que no veía desde hacía dos años. Miré por la ventana mientras el paisaje familiar se extendía bajo el cielo gris, cubierto por una ligera capa de nieve. Las luces de las pistas de aterrizaje brillaban como estrellas caídas, y algo en mi pecho se apretó. Había prometido volver después de Navidad, pero los días se habían convertido en semanas, y las semanas en años. Primero Ginebra, donde traté de ahogar mi dolor en fiestas interminables. Luego Nueva York, una ciudad que me dio la ilusión de movimiento, pero que no ofreció nada más. Francia fue un suspiro, una pausa breve y sin significado, y el norte de España… bueno, no hay mucho que decir sobre los lugares donde uno solo busca desaparecer. Ahora estaba de vuelta, listo para retomar lo que dejé atrás, o al menos eso quería creer. Recogí mi equipaje y caminé hacia la salida, donde un grupo de personas esperaba a sus seres queridos. Mis pasos se detuvieron por un
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Propuesta para navidad
EthanNo pude evitar quedarme mirándola. Alayna estaba frente a mí, pero no era la misma mujer que recordaba. Sus ojos seguían siendo los mismos, cálidos y llenos de profundidad, pero su rostro había cambiado. Más delgado, casi frágil, con líneas suaves que antes no estaban allí. Sus mejillas, que solían ser redondeadas y vivas, ahora parecían haberse rendido ante el tiempo, lo extraño es que no había pasado tanto tiempo como para que el cambio en su aspecto fuese tan notable. —Se llama Blizzard—me dijo. Su voz seguía siendo la misma, cálida, tan sueve como la seda.Estaba tan distinta que sentí un nudo en el pecho, algo que no esperaba. No dije nada, pero esa sensación me siguió mientras dejaba que Blizzard, la enorme bola de pelos blanca que me había recibido con entusiasmo, siguiera retozando en mi regazo. El perro se removió, trayendo un juguete que dejó caer a mis pies. Me agaché, acariciándolo mientras lo tomaba, y lo lancé en dirección a lo que parecía ser la cocina. Blizzar
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Nuestro contrato de Navidad
AlaynaNo había dormido casi nada. La luz del portátil iluminaba el pequeño escritorio en mi habitación mientras mis dedos seguían tecleando sin descanso. Había pasado toda la noche redactando el contrato más inusual de mi vida, revisando cada cláusula, cada detalle, asegurándome de que no hubiera ninguna ambigüedad que Ethan pudiera usar en su favor. Era absurdo, lo sabía. Pero no podía evitar sentirme emocionada. Esto no era solo un contrato; era una manera de asegurarme de que tendría una Navidad perfecta, una última Navidad que realmente valiera la pena vivir. Cuando terminé, eran casi las cuatro de la mañana. Imprimí dos copias y dejé los papeles cuidadosamente apilados en la mesa del salón. Me desplomé en la cama, con Blizzard acurrucándose a mi lado, y dormí apenas un par de horas antes de que el amanecer me llamara de vuelta a la realidad. Me levanté temprano, sabiendo que Ethan llegaría tan puntual como el día anterior. Me di una ducha rápida y me vestí con uno de los atu
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¿Te gusto, señorita Rivers?
EthanMe encuentro sonriendo, algo que no debería estar sucediendo bajo estas circunstancias. Es absurdo, pero no puedo evitarlo. Mi señorita Rivers me está utilizando, y lo sabe. Ha convertido diciembre en una especie de esclavitud navideña con un contrato que no puedo rechazar. Aún así, aquí estoy, dispuesto a ver el encendido del árbol en el centro con ella. El solo pensamiento me pone incómodo: mucha gente, ruidos, luces por todas partes. La maldita Navidad. Pero, una vez más, soy Ethan Graham Taylor, un hombre que cumple su palabra, incluso cuando está atrapado en un contrato de lo más absurdo. Me miro en el espejo mientras me ajusto la bufanda que Alayna me regaló. Es cálida, mucho más de lo que había pensado, y tiene algo de ella, como si de alguna manera hubiera logrado envolverme en un poco de su esencia. Peino mi cabello con las manos, un gesto rápido, sin prestarle demasiada atención. Estoy listo. Sin más demora, salgo disparado de casa. Cuando llego al edificio de Ala
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Despedidas y fiestas
AlaynaMe envolví más en la manta que había traído conmigo, pero el frío seguía penetrando en mi piel. Blizzard estaba en la puerta, observándome con sus grandes ojos oscuros, aullando de vez en cuando con un sonido tan débil que parecía un lamento. Quise decirle que estaba bien, que no se preocupara, pero las palabras no salieron. Me incliné sobre el váter otra vez, mi cuerpo reaccionando antes de que pudiera detenerlo. Los espasmos eran violentos, dejando mi garganta ardiendo y mis músculos temblando. Cada vez parecía que no quedaba nada por expulsar, pero la sensación no desaparecía. Cuando finalmente me enderecé, sentí como si el cuarto diera vueltas. Cerré los ojos, respirando profundamente, pero el movimiento no cesó. Un sollozo escapó de mis labios antes de que pudiera detenerlo. Era un sonido desgarrador, uno que había estado conteniendo durante demasiado tiempo. Otra ola de náuseas me obligó a inclinarme de nuevo, mi cuerpo protestando con cada contracción. Las lágrimas c
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Te deseo
Ethan Regresamos a la mesa después de haber pasado un rato en la pista de baile. Alayna estaba radiante, sus mejillas sonrojadas, ya sea por el calor de la multitud o por los movimientos que acabábamos de compartir.Traje rápidamente dos sillas de una mesa que había al lado. ¿De quiénes eran? No lo sé, ni me interesa.No podía dejar de mirarla mientras se acomodaba en su silla, cruzando las piernas y riéndose suavemente de algo que había visto. Esa risa… esa maldita risa era un anzuelo al que yo ya había mordido sin remedio. —Vuelvo enseguida —le dije, inclinándome hacia ella para que pudiera oírme por encima de la música. —¿A dónde vas? —preguntó, arqueando una ceja, aunque sin preocuparse demasiado. —A por algo especial. Quédate aquí y no hables con extraños. —No soy una niña —protestó con una sonrisa divertida, pero no insistí. Me abrí paso hacia la barra, donde pedí un par de chupitos de tequila con limón y sal. Quería algo más que solo baile y charlas triviales. Quería lle
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