Royal dio unos pasos, dispuesto a acercarse a Coral para inspeccionar la supuesta marca en su mejilla, pero Magalí lo detuvo apresuradamente, colocándose frente a él.—¡Royal, espera! —exclamó, para luego acercarse a él y colocar sus manos en su torso como obstaculizando su camino—. Coral tiene una marca en el rostro, sí, pero porque estábamos jugando y ocurrió un accidente, nada más. Ella se cayó y se golpeó la mejilla, pero yo no le hice eso.La insistencia en su voz era desesperada, casi implorante. Magalí miró a Royal con los ojos empañados de lágrimas, tratando de convencerlo.—Por favor, no le creas. Está aprovechando la situación para dejarme mal contigo, para que tú me dejes. Royal, por favor… tú me conoces.Por otro lado, Regina vio una oportunidad para intervenir con su tono autoritario.—Ya no hay nada que ver ni que explicar. Esta empleada es una mentirosa. Coral la estima, y por eso ella está manipulándola, orillándola a que mienta, a que invente cosas como esta, diciendo
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