Marfil, quien había estado escuchando todo desde la distancia, sintió que la situación se estaba saliendo de control y todo iba mal para su hermana. Con el corazón latiendo a toda velocidad, sacó su teléfono y marcó el número de Royal.El recuerdo de cuando el CEO le dio su número personal cruzó por su mente por un instante."Si sucede algo con tu hermana, contigo o con Coral, llámame de inmediato".Era la primera vez que usaba ese número, por lo que Royal no respondió al primer intento tras ver que se trataba de un número desconocido. Pero Marfil insistió, llamando de nuevo.Finalmente, después de la tercera llamada, Royal atendió con cierta impaciencia, aunque invadido por la curiosidad.—¿Quién habla? —preguntó con un tono serio.—Soy Marfil, señor Fankhauser —respondió ella rápidamente, hablando con un volumen bajo pero demostrando urgencia.Royal frunció el ceño al reconocer el nombre.—¿Marfil? ¿Qué ocurre?—Tiene que venir a la mansión ahora mismo —expuso Marfil, susurrando par
Kisa permaneció callada, completamente aturdida por lo que acababa de escuchar. No podía dar crédito a lo que estaba sucediendo. Su mente intentaba procesar las palabras de Regina, pero la incredulidad y la indignación la mantenían congelada en el lugar. Regina, al ver que Kisa no respondía ni se movía, chasqueó los dedos con desprecio, como si intentara ahuyentar a un animal.—¿No me oíste, chiquilla? ¡Lárgate de esta casa! —ordenó con autoridad y arrogancia.Kisa, aunque todavía confundida, dio un paso hacia adelante, adoptando una postura inquebrantable.—No me voy a ir.Regina arqueó una ceja, sorprendida por la audacia de la joven.—¿Cómo te atreves? —reprochó Regina, con los ojos entrecerrados.Kisa respiró hondo y continuó, con la mirada incrustada en la mujer frente a ella.—Fui contratada por el señor Fankhauser —expuso con seguridad—. Él mismo me trajo a esta casa y me dio este empleo. Por lo tanto, él es el único que puede despedirme. No me iré a menos que él me lo diga pe
—¿Me quitarás autoridad delante de los empleados, Royal? —cuestionó Regina antes de que Kisa pudiera articular alguna palabra.—Madre, deja que Maidana hable —indicó Royal, a lo que Regina hizo una mueca de disgusto.Kisa dio un paso hacia adelante, manteniendo la mirada fija en el CEO, como si necesitara transmitirle la gravedad de lo que estaba a punto de decir.—Magalí golpeó a Coral —reveló sin titubear, aunque su voz parecía desgarrarse por dentro—. Lo vi con mis propios ojos. La abofeteó en la cara y lo hizo tan fuerte que Coral cayó al suelo.El silencio que siguió a su declaración fue insoportable. Royal se quedó completamente inmóvil, como si el tiempo se hubiera detenido para él. Sus ojos se abrieron un poco más, reflejando el shock que lo dejó paralizado.Era como si su cerebro se negara a procesar lo que acababa de escuchar. Su corazón latió con fuerza y un calor abrasador comenzó a recorrer su cuerpo en lo que su mirada se clavó en Kisa, buscando desesperadamente alguna s
Royal dio unos pasos, dispuesto a acercarse a Coral para inspeccionar la supuesta marca en su mejilla, pero Magalí lo detuvo apresuradamente, colocándose frente a él.—¡Royal, espera! —exclamó, para luego acercarse a él y colocar sus manos en su torso como obstaculizando su camino—. Coral tiene una marca en el rostro, sí, pero porque estábamos jugando y ocurrió un accidente, nada más. Ella se cayó y se golpeó la mejilla, pero yo no le hice eso.La insistencia en su voz era desesperada, casi implorante. Magalí miró a Royal con los ojos empañados de lágrimas, tratando de convencerlo.—Por favor, no le creas. Está aprovechando la situación para dejarme mal contigo, para que tú me dejes. Royal, por favor… tú me conoces.Por otro lado, Regina vio una oportunidad para intervenir con su tono autoritario.—Ya no hay nada que ver ni que explicar. Esta empleada es una mentirosa. Coral la estima, y por eso ella está manipulándola, orillándola a que mienta, a que invente cosas como esta, diciendo
Royal permaneció inmóvil, como si el peso de las palabras de su hija lo hubiera dejado clavado al suelo. Su expresión, normalmente serena y controlada se desmoronó, mostrándose perturbado. Las venas de su cuello y sus sienes estaban tensas, marcándose bajo su piel. El aire pareció haberse vuelto más denso a su alrededor, dificultándole la respiración.Era como si el alma de Royal se hubiera separado de su cuerpo por un instante. Su mente intentaba procesar lo que acababa de escuchar, pero su corazón ya empezaba a arder con una furia creciente que le resultaba difícil de contener.Royal todavía tenía a Magalí agarrada del brazo, pero su ira seguía aumentando. Su agarre se hizo más fuerte y Magalí gimió de dolor, tratando de soltarse.—¡Royal! ¡Royal, me estás lastimando! ¡Suéltame, por favor! —rogó con desesperación.Pero Royal no la soltó. Su rostro estaba rojo de furia, al borde de perder su autocontrol. No sabía cómo manejar la vorágine de emociones que lo embargaban: rabia, dolor, c
Magalí se recompuso del golpe y se levantó del suelo. Mientras se limpiaba la sangre de la nariz, trató de acercarse a Royal, por lo que extendió una mano hacia él en un gesto suplicante.—Royal, por favor...Pero éste apartó su mano con brusquedad.—¡No te atrevas a tocarme! —le espetó, con el rostro rígido por la rabia—. No tienes idea de cuánto me estoy conteniendo para no hacer lo mismo que hizo Kisa. Sin embargo, no dudes que tomaré medidas legales contra ti —concluyó Royal, fulminándola con una mirada helada, en lo que ella retrocedía completamente aterrorizada.Por un momento, mientras se revelaba la verdad, Regina se quedó callada, hasta que finalmente decidió expresar su opinión.—Todo esto es un desastre —dijo, hastiada. Después de un instante de pausa, agregó—. Debería haber pruebas claras en contra de Magalí para acusarla. Esto es muy grave.Royal se volvió hacia su madre, claramente cansado de la situación.—Madre... ¿De verdad vas a seguir tratando de defenderla? —le preg
—No me voy a disculpar —aseveró Regina, poniendo resistencia—. Solamente hice lo que creí conveniente. Pensé que esta empleada estaba mintiendo. Y, por supuesto, creí en Magalí porque ella es mi nuera, o lo era. Sin embargo, si resulta que realmente maltrató a mi nieta, entonces no la voy a defender. Ya no daré la cara por ella. Le retiraré mi apoyo, y ya. Pero no me disculparé y no puedes obligarme a hacerlo, Royal.El hombre se quedó mirándola durante unos segundos, denotando decepción.—Deberías tener vergüenza de ti misma —espetó.Luego dirigió su atención hacia Magalí, quien permanecía en su sitio. Su rostro estaba empapado en lágrimas y parecía completamente deshecha.—Royal... —balbuceó ella entre sollozos, pero éste no titubeó.—¿Todavía estás aquí? —dijo con frialdad, cortando cualquier intento de acercamiento por parte de la rubia.Magalí intentó dar un paso hacia él, pero su presencia parecía impenetrable, completamente inaccesible. Aún así, suplicó, aferrándose a cualquier
Royal se encontraba en la habitación de Coral, con una expresión de arrepentimiento reflejado en su rostro. Coral estaba sentada en el borde de su cama, con las manos pequeñas descansando entre las de su padre. Él, en cuclillas frente a ella, la miraba directamente a los ojos, como si quisiera asegurarse de que cada palabra que decía quedara grabada en su corazón.—Lo siento mucho, pequeña —manifestó con la voz cargada de culpa—. De verdad lamento que hayas tenido que pasar por todo esto. Lamento no haberme dado cuenta antes y lamento haberte descuidado de esta manera.Coral pestañeó, con sus ojos aún enrojecidos por el llanto, pero no dijo nada. Royal apretó suavemente sus manos y continuó.—Perdóname por haberte obligado a soportar a esa mujer. Perdóname por no haberte protegido como debí hacerlo. Todo esto es culpa mía. Me preocupé tanto por intentar ser un buen padre, que en realidad no lo fui.La mirada de Royal se oscureció por un momento, como si reprochara sus propias acciones.