63: ¿Cómo pude ser tan ciego?
Royal se encontraba en la habitación de Coral, con una expresión de arrepentimiento reflejado en su rostro. Coral estaba sentada en el borde de su cama, con las manos pequeñas descansando entre las de su padre. Él, en cuclillas frente a ella, la miraba directamente a los ojos, como si quisiera asegurarse de que cada palabra que decía quedara grabada en su corazón.

—Lo siento mucho, pequeña —manifestó con la voz cargada de culpa—. De verdad lamento que hayas tenido que pasar por todo esto. Lamento no haberme dado cuenta antes y lamento haberte descuidado de esta manera.

Coral pestañeó, con sus ojos aún enrojecidos por el llanto, pero no dijo nada. Royal apretó suavemente sus manos y continuó.

—Perdóname por haberte obligado a soportar a esa mujer. Perdóname por no haberte protegido como debí hacerlo. Todo esto es culpa mía. Me preocupé tanto por intentar ser un buen padre, que en realidad no lo fui.

La mirada de Royal se oscureció por un momento, como si reprochara sus propias acciones.
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