Kisa sintió cómo el suelo bajo sus pies se volvía inestable, como si de pronto la realidad misma se tambaleara. Sus manos comenzaron a sudar y un leve temblor recorrió sus dedos mientras instintivamente apretaba el borde de su camiseta. Su respiración se volvió superficial, como si su pecho no pudiera captar suficiente aire.—¿Qué…? —apenas pudo murmurar.El calor se acumuló en su rostro y no sabía si era producto de la vergüenza, la sorpresa o ambas. Abrió los ojos de par en par y sus labios temblaron al intentar formar palabras que no llegaban a salir. Su garganta se sentía seca, casi incapaz de emitir sonido alguno.Por un instante, creyó haber oído mal. Las palabras "¿te casarías conmigo?" se repetían en su mente como un eco, desordenando sus pensamientos y volviendo imposible cualquier interpretación lógica.«¿Esto es una broma?» pensó y su mente se llenó de preguntas que se atropellaban unas a otras. «¿Está probándome? ¿O habla en serio? ¿Cómo podría siquiera pensar en algo así?
Ella se detuvo de golpe y se giró para mirarlo.—¡Pero si ya lo hizo, señor Fankhauser! —exclamó—. ¡Ya lo hizo! Usted ya me sacó de la pobreza. Me dio un trabajo importante, me trajo aquí, me paga bastante bien… Usted me cambió la vida. ¿Qué más podría ofrecerme? ¿O qué más podría pedirle yo a usted?Royal no se vio intimidado por la forma en que habló y respondió con serenidad.—Te puedo dar una vida en la que no tengas que trabajar.—¡Pero yo quiero trabajar! Como sabe, tengo una carrera, quiero ejercerla y crecer profesionalmente.—Entiendo eso —alegó Royal—. Pero me refiero a que trabajarás bajo tus propios términos. No tendrás que obedecer un horario ni preocuparte por nada más. Serás totalmente libre y autosuficiente con todo lo que te daré.—¡Pero eso no es lo que quiero! —protestó Kisa, señalándolo con el dedo—. Quiere que me case con usted y me convierta en una madre para Coral, pero… ni siquiera tiene sentido.Royal suspiró comprensivo, como si ya hubiera anticipado todas su
Royal soltó aire por la boca, denotando que la sola idea lo dejaba exhausto.—No quiero pasar por eso, Maidana. Mi madre puede ser muy insistente y obsesiva cuando algo le interesa. Estoy seguro de que se encaprichará con el tema del matrimonio y no descansará hasta verme con una esposa de su elección —explayó—. Lo que quiero decir es que si tú te casas conmigo...Kisa levantó una mano para detenerlo, claramente alarmada.—Espere, espere, señor Fankhauser —interrumpió—. Lo peor que puede hacer en ese caso es casarse conmigo.Royal frunció el ceño, confundido.—¿Cómo que lo peor? ¿Por qué dices eso?Kisa se cruzó de brazos, mirándolo con seriedad.—Porque usted sabe que su madre me detesta —dijo con franqueza.La sorpresa de Royal era evidente. La miró ofuscado, como si hubiera escuchado mal.—¿Que te detesta? ¿Por qué piensas eso? Mi madre no te detesta, Maidana. Ella solo tuvo... malos entendidos contigo. Pensó cosas equivocadas sobre ti, eso es todo.Kisa negó con la cabeza, con un
—¡Por supuesto que me preocupa! —replicó Kisa con firmeza, pero en el fondo seguía nerviosa—. Es importante para mí. Nunca he tenido a un hombre en mi vida, ¿sabe? Y quisiera que el primer hombre que esté conmigo sepa que él es el primero... y el único... en todos los sentidos.El silencio que siguió fue ensordecedor. Apenas las palabras salieron de su boca, Kisa se dio cuenta de lo que había dicho. Se sonrojó hasta el cuello y el aire en la habitación pareció hacerse más pesado.Royal, por su parte, levantó una ceja y su expresión cambió. Era como si esas palabras hubieran captado toda su atención.—¿De verdad nunca tuviste un hombre en tu vida? —preguntó con un volumen bajo, casi como un murmullo—. ¿Tu primer hombre en todos los sentidos, dices?Había algo en su voz, algo así como un conjunto de emociones, una de sorpresa y... ¿interés?Kisa, por su parte, sintió que la mirada de Royal era demasiado intensa, casi como si estuviera diseccionándola.—Bueno... ya le he dicho que estuve
—¿Q-Qué? —soltó Kisa, confundida—. ¿Por qué todo el mundo piensa eso, que estoy interesada en el Señor Fankhauser?—Es que él es muy atractivo, hermana, no puedes negarlo. Y además, es millonario —replicó Marfil.—Bueno, pues eso no tiene nada que ver conmigo.—¿Entonces por qué dices que el Señor Fankhauser te pidió matrimonio? ¿Es un sueño o no lo es? Me refiero a que… ¿tu sueño es que él quiera casarse contigo o algo así?Kisa rodó los ojos hacia atrás, mostrando fastidio.—No, Marfil. No es ningún sueño ni algo que yo desee. Él me lo pidió. Me ofreció casarme con él.Marfil, sorprendida por la respuesta, se incorporó para mirar mejor a su hermana, que seguía acostada mirando al techo. —¿Estás diciendo que el Señor Fankhauser se enamoró de ti?—No —respondió Kisa de inmediato—. No se trata de eso. No tiene nada que ver con el sentimentalismo. Él quiere que nos casemos porque desea que sea la madre oficial de Coral, y porque cree que la señora Regina empezará a buscarle candidatas
—Yo podría estudiar, trabajar y, al mismo tiempo, casarme con un hombre millonario. No tiene nada de malo. Solamente me haría la vida un poco más fácil y me ahorraría muchos sacrificios —agregó Marfil.Kisa la escrutó con los ojos entrecerrados, pues no le había agradado lo que acababa de escuchar.—No digas esas cosas, Marfil. Juro que detesto cuando hablas de esa manera —regañó—. Además, si me caso con el Señor Fankhauser, ¿qué pasará conmigo? ¿Qué ocurrirá cuando nos divorciemos? Porque eso es lo que terminará pasando tarde o temprano. ¿Cómo voy a quedar yo en todo esto? No es tan simple como tú lo haces ver.Marfil se encogió de hombros, como si no entendiera por qué su hermana hacía todo tan complicado.—Piensas demasiado, Kisa. Te pasas todo el tiempo dándole vueltas a todo, analizándolo una y otra vez. Lo que pasa es que cuanto más piensas, más dificultades encuentras y más obstáculos te inventas en la cabeza, incluso aquellos que ni siquiera existen —acotó—. Te obsesionas con
Kisa se restregó las manos, mostrándose nerviosa ante el CEO.—Señor Fankhauser, a decir verdad, la propuesta que me hizo fue como una expecie de halago para mí y realmente valoro mucho la forma en que Coral me aprecia. Es algo que me llena de alegría y orgullo. Pero, a pesar de eso, no puedo aceptarla —replicó con determinación—. Mi respuesta es no.Royal se quedó mirándola sin decir, tratando de entender su negativa.—Espero que no tome a mal esta decisión —agregó Kisa, intentando explicarse—. No es nada personal, se lo aseguro. Esto no significa que usted me desagrade, ni mucho menos. Al contrario, creo que hemos avanzado mucho desde que nos conocimos. Ya no nos llevamos mal como al inicio, y siento que ambos hemos llegado a comprendernos un poco más. Ahora tengo un concepto diferente de usted.Permaneció en silencio por un instante, esperando alguna reacción de Royal, pero él siguió inmóvil, atento a cada palabra.—Creo que usted es un buen hombre —manifestó la joven—. Pero eso no
Su mente, incapaz de aceptar lo que había escuchado, empezó a llenarse de imágenes: su madre cocinando en la pequeña cocina, el aroma de sus guisos llenando la casa, las noches en las que se sentaban juntas en el viejo sofá, compartiendo una manta mientras veían la vieja televisión en blanco y negro, y los días en los que ella y Marfil jugaban en el jardín, bajo la mirada amorosa de su madre.—Todo... —murmuró Kisa, con un nudo formándose en su garganta—. Todo está... destruido...El temblor en sus manos delataba su fragilidad mientras los recuerdos la abrumaban. Las fotos familiares que estaban colgadas en las paredes, los muebles que su madre había comprado con tanto esfuerzo, los utensilios que habían usado juntas para cocinar... todo lo que conectaba su presente con su madre, todo lo que le quedaba de ella, había desaparecido en un instante.—¡No puede ser! —soltó finalmente, llevándose las manos al pecho, como si intentara detener el dolor que ahora parecía querer consumirla por