—¿Q-Qué? —soltó Kisa, confundida—. ¿Por qué todo el mundo piensa eso, que estoy interesada en el Señor Fankhauser?—Es que él es muy atractivo, hermana, no puedes negarlo. Y además, es millonario —replicó Marfil.—Bueno, pues eso no tiene nada que ver conmigo.—¿Entonces por qué dices que el Señor Fankhauser te pidió matrimonio? ¿Es un sueño o no lo es? Me refiero a que… ¿tu sueño es que él quiera casarse contigo o algo así?Kisa rodó los ojos hacia atrás, mostrando fastidio.—No, Marfil. No es ningún sueño ni algo que yo desee. Él me lo pidió. Me ofreció casarme con él.Marfil, sorprendida por la respuesta, se incorporó para mirar mejor a su hermana, que seguía acostada mirando al techo. —¿Estás diciendo que el Señor Fankhauser se enamoró de ti?—No —respondió Kisa de inmediato—. No se trata de eso. No tiene nada que ver con el sentimentalismo. Él quiere que nos casemos porque desea que sea la madre oficial de Coral, y porque cree que la señora Regina empezará a buscarle candidatas
—Yo podría estudiar, trabajar y, al mismo tiempo, casarme con un hombre millonario. No tiene nada de malo. Solamente me haría la vida un poco más fácil y me ahorraría muchos sacrificios —agregó Marfil.Kisa la escrutó con los ojos entrecerrados, pues no le había agradado lo que acababa de escuchar.—No digas esas cosas, Marfil. Juro que detesto cuando hablas de esa manera —regañó—. Además, si me caso con el Señor Fankhauser, ¿qué pasará conmigo? ¿Qué ocurrirá cuando nos divorciemos? Porque eso es lo que terminará pasando tarde o temprano. ¿Cómo voy a quedar yo en todo esto? No es tan simple como tú lo haces ver.Marfil se encogió de hombros, como si no entendiera por qué su hermana hacía todo tan complicado.—Piensas demasiado, Kisa. Te pasas todo el tiempo dándole vueltas a todo, analizándolo una y otra vez. Lo que pasa es que cuanto más piensas, más dificultades encuentras y más obstáculos te inventas en la cabeza, incluso aquellos que ni siquiera existen —acotó—. Te obsesionas con
Kisa se restregó las manos, mostrándose nerviosa ante el CEO.—Señor Fankhauser, a decir verdad, la propuesta que me hizo fue como una expecie de halago para mí y realmente valoro mucho la forma en que Coral me aprecia. Es algo que me llena de alegría y orgullo. Pero, a pesar de eso, no puedo aceptarla —replicó con determinación—. Mi respuesta es no.Royal se quedó mirándola sin decir, tratando de entender su negativa.—Espero que no tome a mal esta decisión —agregó Kisa, intentando explicarse—. No es nada personal, se lo aseguro. Esto no significa que usted me desagrade, ni mucho menos. Al contrario, creo que hemos avanzado mucho desde que nos conocimos. Ya no nos llevamos mal como al inicio, y siento que ambos hemos llegado a comprendernos un poco más. Ahora tengo un concepto diferente de usted.Permaneció en silencio por un instante, esperando alguna reacción de Royal, pero él siguió inmóvil, atento a cada palabra.—Creo que usted es un buen hombre —manifestó la joven—. Pero eso no
Su mente, incapaz de aceptar lo que había escuchado, empezó a llenarse de imágenes: su madre cocinando en la pequeña cocina, el aroma de sus guisos llenando la casa, las noches en las que se sentaban juntas en el viejo sofá, compartiendo una manta mientras veían la vieja televisión en blanco y negro, y los días en los que ella y Marfil jugaban en el jardín, bajo la mirada amorosa de su madre.—Todo... —murmuró Kisa, con un nudo formándose en su garganta—. Todo está... destruido...El temblor en sus manos delataba su fragilidad mientras los recuerdos la abrumaban. Las fotos familiares que estaban colgadas en las paredes, los muebles que su madre había comprado con tanto esfuerzo, los utensilios que habían usado juntas para cocinar... todo lo que conectaba su presente con su madre, todo lo que le quedaba de ella, había desaparecido en un instante.—¡No puede ser! —soltó finalmente, llevándose las manos al pecho, como si intentara detener el dolor que ahora parecía querer consumirla por
Kisa permaneció en silencio después de lo que Royal le acababa de decir, mirando fijamente el suelo. —La casa era bastante vieja —describió ella después de un largo momento, sin levantar la vista—. Estaba deteriorada desde hace años. Cuando llovía, había goteras por todas partes, las paredes se caían a pedazos y la pintura empezaba a desprenderse. Pero… era nuestra casa.Royal se apoyó contra la encimera, escuchándola con atención.—Tuviste suerte de no estar ahí cuando se derrumbó —opinó—. Tú y tu hermana pudieron haber salido gravemente heridas… o algo peor.Kisa asintió lentamente, aunque sus pensamientos estaban lejos de la lógica.—Sí, lo sé. Supongo que el hecho de haberlo encontrado a usted y que me haya traido a esta casa, fue obra del destino —respondió.Royal se quedó callado, mirándola como si estuviera evaluando algo en su interior. —Puedo ayudarte, Maidana.Kisa alzó la vista, mostrándose confundida.—¿Ayudarme? ¿De qué manera?Royal se enderezó, adquiriendo una mirada
Marfil no dijo nada, en lo que observaba las prendas que Vanya le había enseñado, sin saber exactamente cómo reaccionar ante la situación. Vanya, con una sonrisa confiada, comenzó a hablar, como si no hubiera percibido la incomodidad de Marfil.—Son muy bonitas —señaló Vanya, apuntando a las prendas que había sacado del armario—. Y preferiría dártelas a ti que deshacerme de ellas tirándolas a la basura. Yo tengo mucha ropa y más está por llegar. Mi armario está a punto de quedar lleno, ya no me queda espacio, así que tengo que hacer algo con esto. Pensé que tal vez te gustaría, estoy segura de que te quedarán muy bien. ¿Por qué no miras un poco y te las pruebas para ver cómo te quedan? Mira este vestido, es muy bonito —añadió, sacando otro y colocándolo cuidadosamente sobre la cama.Marfil, todavía perpleja y sorprendida por la situación, observaba los gestos de Vanya mientras seguía sacando más ropa. Después de un momento de silencio, finalmente, Marfil decidió hablar.—Señorita —dij
Marfil asintió, aceptando las disculpas de Vanya, aunque su postura aún estaba algo distante. Pero Vanya, con su usual facilidad para cambiar de tema, continuó.—Además, no es necesario que me sigas tratando de usted —dijo con confianza—. No hace falta tanta formalidad. Ni siquiera soy tan mayor, solo tengo 20 años. ¿Tú cuántos años tienes?Marfil la miró sorprendida por la manera en que cambió el rumbo de la conversación.—Tengo 18, pero pronto tendré 19 —expuso.Vanya esbozó una leve sonrisa, con una chispa de interés en los ojos.—Ah, entonces estás terminando la preparatoria —comentó con tono curioso—. ¿Y qué vas a hacer después?—Así es —respondió Marfil—. Ya la he terminado de hecho. El próximo año empezaré la universidad.—Yo ya voy a la universidad, estoy estudiando Contaduría —agregó—. Tal vez vayamos a la misma, ahora que vivimos en la misma mansión. Me agradaría tenerte en el mismo campus.—¿Para burlarte de mí con tus amigas ricas? —estableció, arqueando una ceja. Marfil e
Kisa lo miró fijamente, tratando de asimilar sus palabras. De alguna manera, no terminaba de comprender cómo Coral pudo haber estado al tanto de todo ese plan y, sin embargo, nunca le había dado ni la más mínima pista. Le costaba un poco creerlo, pero a la vez, un pequeño sentimiento de alivio comenzó a apoderarse de ella. Al menos sabía que Coral estaba contenta con la decisión, aunque la forma en que se había manejado todo la dejaba un tanto confundida.—Es... es un poco extraño, ¿cómo es que Coral ya sabía de todo esto y nunca me insinuó nada? Es una niña bastante inteligente —dijo Kisa, mientras procesaba la información que Royal le había dado. Él, por su parte, se encogió de hombros ligeramente, como si no le sorprendiera en lo más mínimo—. Bueno, parece que todos estaban un paso por delante de mí —respondió Kisa, con una ligera risa nerviosa, tratando de aliviar la incomodidad que sentía.Royal soltó una risa suave y asintió, admirando la serenidad con la que Kisa tomaba la situ