Marfil asintió, aceptando las disculpas de Vanya, aunque su postura aún estaba algo distante. Pero Vanya, con su usual facilidad para cambiar de tema, continuó.—Además, no es necesario que me sigas tratando de usted —dijo con confianza—. No hace falta tanta formalidad. Ni siquiera soy tan mayor, solo tengo 20 años. ¿Tú cuántos años tienes?Marfil la miró sorprendida por la manera en que cambió el rumbo de la conversación.—Tengo 18, pero pronto tendré 19 —expuso.Vanya esbozó una leve sonrisa, con una chispa de interés en los ojos.—Ah, entonces estás terminando la preparatoria —comentó con tono curioso—. ¿Y qué vas a hacer después?—Así es —respondió Marfil—. Ya la he terminado de hecho. El próximo año empezaré la universidad.—Yo ya voy a la universidad, estoy estudiando Contaduría —agregó—. Tal vez vayamos a la misma, ahora que vivimos en la misma mansión. Me agradaría tenerte en el mismo campus.—¿Para burlarte de mí con tus amigas ricas? —estableció, arqueando una ceja. Marfil e
Kisa lo miró fijamente, tratando de asimilar sus palabras. De alguna manera, no terminaba de comprender cómo Coral pudo haber estado al tanto de todo ese plan y, sin embargo, nunca le había dado ni la más mínima pista. Le costaba un poco creerlo, pero a la vez, un pequeño sentimiento de alivio comenzó a apoderarse de ella. Al menos sabía que Coral estaba contenta con la decisión, aunque la forma en que se había manejado todo la dejaba un tanto confundida.—Es... es un poco extraño, ¿cómo es que Coral ya sabía de todo esto y nunca me insinuó nada? Es una niña bastante inteligente —dijo Kisa, mientras procesaba la información que Royal le había dado. Él, por su parte, se encogió de hombros ligeramente, como si no le sorprendiera en lo más mínimo—. Bueno, parece que todos estaban un paso por delante de mí —respondió Kisa, con una ligera risa nerviosa, tratando de aliviar la incomodidad que sentía.Royal soltó una risa suave y asintió, admirando la serenidad con la que Kisa tomaba la situ
Cierta noche, en uno de los salones más prestigiosos de la ciudad, se celebraba un evento exclusivo que reunía a las figuras más influyentes de la alta sociedad. El lugar estaba repleto de empresarios, magnates y personas de renombre, todos vestidos con trajes y vestidos de gala que irradiaban lujo y elegancia. Las conversaciones fluían con naturalidad, mientras se degustaban exquisitos aperitivos y se brindaba con champán.Regina, una de las mujeres más respetadas y admiradas de la alta sociedad, se encontraba en el centro de la atención. Vestida con un deslumbrante traje de noche, hablaba animadamente con otros invitados. A su lado estaba Vanya, su hija menor, una joven que, a pesar de su juventud, ya comenzaba a destacar por su elegancia y porte. Madre e hija formaban una imagen imponente, conversando con otros empresarios y líderes sociales.Mientras Regina intercambiaba sonrisas y cumplidos, no podía evitar notar la ausencia de su hijo, Royal. Aunque él raramente asistía a estos
Regina no podía apartar su mirada de Royal y Kisa mientras la noche avanzaba. La incomodidad seguía creciendo en su interior y su mente no dejaba de repetir la misma pregunta: ¿qué estaba haciendo su hijo? La indignación que sentía era cada vez más difícil de ocultar y la idea de que Kisa estuviera en un evento de tal magnitud no dejaba de atormentarla.En un momento dado, Regina notó que Royal comenzaba a dirigirse hacia una pequeña plataforma elevada, una especie de podio con unos pocos escalones diseñados para llamar la atención de todos los presentes. Su corazón comenzó a latir con más fuerza, sintiendo que algo importante estaba por suceder.Royal se posicionó en el centro, con una expresión determinada pero serena, y empezó a hablar.—Buenas noches a todos —dijo, en un tono fuerte pero elegante, el cual retumbó en el salón—. Sé que mi presencia aquí puede haber sido una sorpresa para muchos de ustedes. Sin embargo, estoy aquí por un motivo muy importante.Regina sintió cómo su c
Regina observó a su hija Vanya, buscando respuestas en sus ojos. Ambas estaban igual de desconcertadas por lo que acababan de presenciar. Regina, con un gesto casi imperceptible, le indicó a Vanya que se acercara, a lo que ella obedeció rápidamente, aún con el asombro dibujado en su rostro.—¿Tú sabías algo de esto? —preguntó Regina. —No, mamá, yo no sabía nada. Estoy igual de sorprendida que tú —respondió Vanya, sacudiendo la cabeza mientras miraba a su madre con confusión. Regina permaneció callada, incapaz de procesar completamente lo que acababa de suceder. La revelación de Royal había dejado a todos en estado de shock, pero a ella le había golpeado especialmente duro. Mientras trataba de recuperar su estabilidad, Royal continuó con su breve discurso.—Solo he venido para presentar a mi esposa —declaró con serenidad, mirando a la multitud—. Ahora me retiraré. Espero que pasen una buena velada.No era del agrado de Royal asistir a esos eventos, así que no tenía planeado quedars
Era un día soleado cuando Kisa caminaba por la calle en dirección a la parada de autobús, intentando calmar los nervios que le retumbaban en el pecho. Llevaba puesta una falda elegante y una camisa blanca de vestir, buscando proyectar un aire profesional pero cómodo. En sus manos llevaba una carpeta, con todos sus documentos importantes apretados con fuerza contra su pecho. Cada tanto, sus dedos tamborileaban sobre la cubierta, como si la presión de sostenerla la ayudara a mantenerse enfocada."Mi nombre es Kisa Maidana, tengo 23 años…" murmuraba en voz baja, repasando en su cabeza cómo iba a presentarse. Se repetía una y otra vez sus respuestas, practicando cómo sonaría todo: desde la presentación hasta la explicación de sus habilidades y de por qué creía que podía aportar algo a esa empresa tan distinguida.No se había hecho muchas ilusiones cuando envió su solicitud en el área de "gestión de llamadas" en la prestigiosa empresa automotriz "Fankhauser Aether Motors". Honestamente, pe
Kisa extrajo su celular de su pequeña cartera y sus dedos temblaron un poco mientras marcaba el número de emergencias. Sabía que no podía hacer más por su cuenta, pero tenía claro que no dejaría sola a esa niña ni por un segundo.La mujer se agachó de nuevo y tomó el rostro de la pequeña entre sus manos, secándole las lágrimas con la delicadeza de quien sostiene algo frágil. La niña seguía llorando, su carita estaba roja y húmeda, y los mocos se mezclaban con sus lágrimas.—Hiciste muy bien en pedir ayuda, eres una chica valiente —manifestó Kisa, con una voz suave y tranquilizadora, aunque su pecho aún estaba apretado por la preocupación.La niña sollozó, pero asintió débilmente mientras Kisa seguía limpiándole la cara con cuidado.—Ahora llamaré a alguien para que lleve a tu papá al hospital, ¿está bien? —agregó, acariciándole el cabello para calmarla un poco más.La niña asintió de nuevo con la respiración aún temblorosa, pero empezando a regularse. Kisa finalmente marcó al número y
Los paramédicos comenzaron a trabajar en Royal con rapidez y precisión. Uno de ellos colocó un pulsioxímetro en su dedo para medir la saturación de oxígeno y la frecuencia cardíaca, mientras el otro palpaba la arteria carótida en su cuello para confirmar la presencia de pulso.—Tiene pulso, pero es extremadamente débil. No supera los 40 latidos por minuto —dijo el primero.—Respira, pero la ventilación es superficial. Vamos a colocar oxígeno.Con movimientos rápidos, ajustaron una mascarilla de oxígeno en el rostro de Royal. Mientras tanto, el otro paramédico preparaba un monitor cardíaco. Le colocaron electrodos adhesivos en el pecho, conectando los cables para obtener un electrocardiograma.—Bradicardia severa, podría entrar en paro si no se estabiliza —expuso uno de ellos.Mientras tanto, Kisa observaba todo con nerviosismo. No entendía términos médicos, pero escuchando que su pulso era débil y que podía entrar en paro, era fácil deducir que su situación no era nada buena. Por for