Kisa, todavía sobándose la mejilla adolorida, levantó la mirada y se encontró con la de Regina. Su expresión era serena pero decidida y en su voz no había rastro de temor.—Las cosas no sucedieron como usted se imagina, señora Regina —articuló, con la frente en alto—. En otras circunstancias, me esforzaría por agradarle, porque es mi suegra. Pero sé que haga lo que haga, usted nunca me verá con otros ojos.Regina la miró con detenimiento, buscando algún indicio de debilidad en Kisa, pero solo encontró determinación. —Jamás aprobaré este matrimonio —declaró la señora—. Para mí, esto no tiene validez. Y no me llames suegra, porque me causa repugnancia cuando lo dices. Jamás te veré como mi nuera, ni como la señora de esta casa. No tienes ningún derecho aquí, y espero que te vayas dando cuenta de eso o tendremos muchos problemas tú y yo.A pesar de la dureza y la inflexibilidad de Regina, Kisa no retrocedió ni agachó la cabeza.—Mire, señora, yo no tengo ninguna intención de pelearme co
Regina entrecerró los ojos, mirándolo con recelo. No estaba del todo convencida de que esa respuesta fuese verdad, pero decidió hacer ese asunto a un lado y hablar de otro tema que le resultaba más importante.—Dime, Royal, ¿te casaste bajo el régimen de separación de bienes? ¿O acaso fuiste tan ingenuo como para no proteger tu patrimonio antes de unir tu vida a la de esa mujer? No me sorprendería en lo más mínimo que ella haya intentado manipularte para que todo lo que has construido termine en sus manos. Así que, necesito saber si, al menos en eso, fuiste lo suficientemente sensato y no cediste a sus caprichos.Royal frunció el ceño, descolocado por la pregunta de su madre.—No, madre, no lo hice. No me casé bajo el régimen de separación de bienes —expuso.Regina se quedó estupefacta ante tal revelación, siendo incapaz de dar crédito a lo que acababa de oír. Su rostro mostró preocupación, tratando de entender cómo era posible que su hijo no se diera cuenta de la magnitud de lo que e
Kisa dudó por un momento, en lo que su mente empezó a tratar de deducir los posibles motivos para esa conversación. Pero finalmente asintió, sabiendo que, si le pedía que hablaran en privado, definitivamente se trataba de un tema serio.«¿Pero porqué en su habitación?», pensó, pues podían haber ido a la biblioteca.Sin decir más, siguió a Royal hacia su cuarto, en lo que su curiosidad iba creciendo a medida que subía por los escalones, hasta que cruzó el umbral de la puerta de Royal, preguntándose qué era lo que él consideraba tan importante como para necesitar discutirlo en la privacidad de su habitación.Al entrar, Royal cerró la puerta detrás de ellos, creando un ambiente más íntimo y privado. Se volvió hacia Kisa con el semblante rígido, claramente decidido a abordar un tema importante.—Kisa —comenzó—. Tienes que recordar que ahora somos marido y mujer. Por lo tanto, no deberías tratarme con tanta formalidad. No me hables de usted, por favor. Quiero que empieces a tutearme.Kisa,
El corazón de Kisa comenzó a latir más rápido. El simple toque de Royal en sus hombros la hizo sentir un calor inesperado. La idea de compartir la misma habitación con él la ponía nerviosa, pues sabía que sería difícil conciliar el sueño sabiendo que él estaría tan cerca.—¿No hay otra solución? —preguntó, buscando desesperadamente una alternativa.Royal exhaló aire, manteniendo su mirada en ella. No quería que Kisa se sintiera incómoda y se sentía mal por ponerla en esa posición. Sin embargo, esa era la salida más rápida.—Por el momento, esta es la mejor solución. Tal vez todo sería más fácil si no viviéramos con mi madre bajo el mismo techo. Pero mi familia es importante para mí y me gusta tenerlos cerca. Así que... hagámoslo, Kisa.—Yo... nunca te insinuaría que te alejaras de tu familia solo por mi comodidad —expresó con voz suave—. Está bien, dormiré aquí esta noche.—No solo esta noche —corrigió Royal—. Dormirás aquí siempre, mientras estemos casados.Kisa se mordió el labio, p
Royal estaba por colocar su remera a un lado cuando escuchó la petición de Kisa.—¿Acaso te incomoda que esté de esta manera? —preguntó.Kisa se quedó mirando por un momento, mientras que sus pupilas recorrían el torso trabajado del hombre. Se veía bien, demasiado bien. Se sintió atrapada en ese instante, hipnotizada por la escena. Sin embargo, rápidamente sacudió la cabeza, tratando de expulsar esos pensamientos.—En realidad, sí —respondió, desviando la mirada. Temía que Royal se diera cuenta de que su presencia tenía cierto efecto en ella.—Está bien —alegó Royal—. Me la pondré de nuevo.Kisa no dijo nada por un rato, para luego acercarse al borde del colchón, mirándolo con una expresión de inquietud.—Quiero decirte que lo siento. De verdad, no me hace gracia el hecho de que duermas allí, pero aún así te agradezco por respetar mi espacio —manifestó.—Esto no es nada, Kisa. Solo dormiré en un cómodo colchón, no caminaré sobre espinas —indicó.Kisa soltó una corta sonrisa, y Royal,
Era una tarde tranquila cuando Kisa se encontraba en el jardín junto a Coral. Ambas estaban disfrutando del aire fresco mientras observaban las flores y hablaban sobre las distintas plantas. Kisa, con una sonrisa en el rostro, le explicaba a Coral sobre las rosas, describiendo su belleza y fragilidad. Coral, fascinada, escuchaba atentamente mientras Kisa le enseñaba cómo regarlas con cuidado. Aunque el jardín contaba con un sistema de riego automático, en ese momento no estaba en funcionamiento, así que Kisa utilizaba una pequeña regadera manual para asegurarse de que las plantas recibieran suficiente agua.El jardinero, que usualmente se encargaba de mantener el jardín, no estaba presente en ese momento, lo que les dio a Kisa y a Coral la oportunidad de disfrutar de la actividad por su cuenta. Kisa, queriendo hacer de la experiencia algo especial para Coral, le dijo que hablarle a las plantas podía ayudar a que crecieran más fuertes y saludables.—Diles cosas bonitas —sugería Kisa co
Kisa comenzó a asumir cada vez más responsabilidades dentro de la mansión, una carga que Regina, de manera calculada, incrementó día tras día. Lo que inicialmente fue una simple petición de supervisar la cocina, pronto se transformó en un régimen completo de tareas domésticas. Regina, en lugar de tratar a Kisa como la señora de la casa, empezó a degradarla gradualmente, asignándole labores que normalmente correspondían al personal de servicio.Al principio, Kisa se limitó a supervisar a las cocineras y organizar el trabajo de las empleadas del hogar, como Regina le había indicado. Sin embargo, con el paso del tiempo, la situación cambió drásticamente. Regina comenzó a exigirle a Kisa que no solo supervisara, sino que también realizara las tareas por sí misma. La hacía cocinar, limpiar el salón, las habitaciones de toda la familia, incluyendo la suya propia, la de Coral, y por supuesto, la de Royal. Incluso los baños estaban bajo su responsabilidad.A pesar de que las empleadas intenta
Kisa apartó la vista, temiendo que Royal viera la respuesta en sus ojos.—No, claro que no... —replicó con una seguridad inestable.—No me mientas. Coral me lo ha dicho. Mi madre te ha estado dando órdenes, haciendo que te encargues de cosas que no son tu responsabilidad.Kisa cerró los ojos por un momento, sabiendo que no podía ocultarlo más.—Está bien. Tu madre me ha pedido que haga algunas cosas, pero no hay razón para crear un problema de algo tan pequeño.Royal apretó ligeramente la mandíbula, tratando de contener su enojo.—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Desde cuándo está pasando esto? He estado pensando que todo estaba en orden, que no había conflictos, y sin embargo, no se trataba de eso, sino que no me lo comunicabas. Tuve que enterarme por Coral, quien me dijo que ya no pasas tanto tiempo con ella porque estás ocupada haciendo los quehaceres de la casa.—Royal, no pensé que fuera necesario decírtelo, pues no es algo que me moleste. De hecho, me gusta sentirme útil. Quiero demo