Royal estaba por colocar su remera a un lado cuando escuchó la petición de Kisa.—¿Acaso te incomoda que esté de esta manera? —preguntó.Kisa se quedó mirando por un momento, mientras que sus pupilas recorrían el torso trabajado del hombre. Se veía bien, demasiado bien. Se sintió atrapada en ese instante, hipnotizada por la escena. Sin embargo, rápidamente sacudió la cabeza, tratando de expulsar esos pensamientos.—En realidad, sí —respondió, desviando la mirada. Temía que Royal se diera cuenta de que su presencia tenía cierto efecto en ella.—Está bien —alegó Royal—. Me la pondré de nuevo.Kisa no dijo nada por un rato, para luego acercarse al borde del colchón, mirándolo con una expresión de inquietud.—Quiero decirte que lo siento. De verdad, no me hace gracia el hecho de que duermas allí, pero aún así te agradezco por respetar mi espacio —manifestó.—Esto no es nada, Kisa. Solo dormiré en un cómodo colchón, no caminaré sobre espinas —indicó.Kisa soltó una corta sonrisa, y Royal,
Era una tarde tranquila cuando Kisa se encontraba en el jardín junto a Coral. Ambas estaban disfrutando del aire fresco mientras observaban las flores y hablaban sobre las distintas plantas. Kisa, con una sonrisa en el rostro, le explicaba a Coral sobre las rosas, describiendo su belleza y fragilidad. Coral, fascinada, escuchaba atentamente mientras Kisa le enseñaba cómo regarlas con cuidado. Aunque el jardín contaba con un sistema de riego automático, en ese momento no estaba en funcionamiento, así que Kisa utilizaba una pequeña regadera manual para asegurarse de que las plantas recibieran suficiente agua.El jardinero, que usualmente se encargaba de mantener el jardín, no estaba presente en ese momento, lo que les dio a Kisa y a Coral la oportunidad de disfrutar de la actividad por su cuenta. Kisa, queriendo hacer de la experiencia algo especial para Coral, le dijo que hablarle a las plantas podía ayudar a que crecieran más fuertes y saludables.—Diles cosas bonitas —sugería Kisa co
Kisa comenzó a asumir cada vez más responsabilidades dentro de la mansión, una carga que Regina, de manera calculada, incrementó día tras día. Lo que inicialmente fue una simple petición de supervisar la cocina, pronto se transformó en un régimen completo de tareas domésticas. Regina, en lugar de tratar a Kisa como la señora de la casa, empezó a degradarla gradualmente, asignándole labores que normalmente correspondían al personal de servicio.Al principio, Kisa se limitó a supervisar a las cocineras y organizar el trabajo de las empleadas del hogar, como Regina le había indicado. Sin embargo, con el paso del tiempo, la situación cambió drásticamente. Regina comenzó a exigirle a Kisa que no solo supervisara, sino que también realizara las tareas por sí misma. La hacía cocinar, limpiar el salón, las habitaciones de toda la familia, incluyendo la suya propia, la de Coral, y por supuesto, la de Royal. Incluso los baños estaban bajo su responsabilidad.A pesar de que las empleadas intenta
Kisa apartó la vista, temiendo que Royal viera la respuesta en sus ojos.—No, claro que no... —replicó con una seguridad inestable.—No me mientas. Coral me lo ha dicho. Mi madre te ha estado dando órdenes, haciendo que te encargues de cosas que no son tu responsabilidad.Kisa cerró los ojos por un momento, sabiendo que no podía ocultarlo más.—Está bien. Tu madre me ha pedido que haga algunas cosas, pero no hay razón para crear un problema de algo tan pequeño.Royal apretó ligeramente la mandíbula, tratando de contener su enojo.—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Desde cuándo está pasando esto? He estado pensando que todo estaba en orden, que no había conflictos, y sin embargo, no se trataba de eso, sino que no me lo comunicabas. Tuve que enterarme por Coral, quien me dijo que ya no pasas tanto tiempo con ella porque estás ocupada haciendo los quehaceres de la casa.—Royal, no pensé que fuera necesario decírtelo, pues no es algo que me moleste. De hecho, me gusta sentirme útil. Quiero demo
Royal subió las escaleras con la intención de dirigirse a la habitación de su madre. Cada paso que daba reflejaba su enojo y la única manera de apaciguarlo era hablando directamente con ella. Mientras no lo hiciera, sus llamas no se calmarían.Al llegar, golpeó la puerta un par de veces, y al cabo de unos segundos, Regina abrió, mostrando una ligera expresión de sorpresa, pues no acostumbraba recibir la visita de su hijo en su cuarto.—¿Royal? —pronunció—. ¿Qué haces aquí a estas horas? ¿No deberías estar en la empresa?—Necesito hablar contigo, madre —declaró, ignorando la pregunta de Regina.La señora alzó una ceja, un tanto desconcertada por la actitud de Royal.—Está bien. Pasa —invitó, haciendo un espacio para que el hombre pudiera ingresar al cuarto. Sin embargo, Royal se negó.—No. Hablaré desde aquí, trataré de ser breve —indicó.Regina entrecerró los ojos. Royal se veía muy serio, así que probablemente la conversación no sería muy agradable.—Dime —articuló.—Solo voy a adver
Al escuchar las palabras de Royal, Kisa sintió cómo sus mejillas se encendieron ligeramente debido a que el rubor se asomó en su rostro.—¿Por qué de repente me dices esas cosas? —preguntó.—No es de repente —respondió—. Tú has hecho muy bien todo y lo bueno merece ser reconocido. Eres increíblemente capaz, Kisa. Me has demostrado que eres una mujer que se esfuerza, que trabaja duro, que es inteligente. Me siento afortunado de tener a alguien como tú a mi lado. Hubiese sido un grave error casarme con Magalí, ella nunca se llevó bien con Coral, y además le hacía daño a mis espaldas. Pero gracias a ti, todo eso quedó en el pasado, y siempre estaré profundamente agradecido por todo lo que has hecho por mi familia.—Ya me has dicho eso muchas veces —respondió con humildad—. Yo te agradezco por recibirme en tu casa y por haberme dado la oportunidad de ofrecerle a mi hermana una vida mejor. A veces pienso que todo lo que me ha pasado hasta ahora es un milagro.—¿Un milagro? —repitió—. ¿Eso
Kisa sintió un nudo en el estómago mientras trataba de tragar saliva. Las palabras de Royal eran demasiado para ella. Su pecho parecía estar a punto de explotar debido a las emociones contradictorias que habían surgido en su interior y no sabía bien cómo manejarlas. Nunca se había sentido así.—Pero... —inhaló aire para recobrar fuerzas para hablar—. Tú y yo no nos queremos, Royal —asumió, a lo que el hombre ladeó levemente la cabeza.—¿Eso crees? —puso en duda—. ¿Acaso yo no te gusto ni siquiera un poco?Kisa sabía la verdad en su corazón. ¿Cómo podría no gustarle? Royal era un hombre atractivo, educado, un padre amoroso. Era el tipo de hombre que cualquier mujer desearía. Respetuoso, amable, generoso. Aunque lo había conocido en las peores circunstancias, con el tiempo había llegado a descubrir un hombre excelente detrás de su fachada. Pero aun así, se aferró a su razonamiento.—El matrimonio es mucho más que simplemente gustarse, Royal. No basta con que yo piense que eres lindo.Ro
La noche de Navidad llegó y el ambiente en la casa era alegre. Después de la cena, todos se reunieron alrededor del árbol para abrir los regalos. La mansión estaba llena de risas, los empleados se unieron a la celebración, y aunque Regina permanecía con su habitual expresión seria, la mayoría de los presentes disfrutaba del momento.Sin embargo, la paz de la noche fue interrumpida por el sonido del timbre y todos se miraron extrañados. Sea quien fuera, era una visita inesperada.Royal pensó que quizás podría tratarse de Marshall, aunque no era común que se apareciera en Navidad. Aun así, no le dio mucha importancia.Una empleada de la mansión se dirigió a la puerta para abrirla. Al hacerlo, se encontró con una figura conocida, pues como era alguien que trabajaba para la familia desde hacía años, pudo reconocer a quien estaba detrás del umbral.Lo que sucedería a continuación estaba lejos de lo que cualquiera de ellos podría haber anticipado. La noche, que había comenzado con alegría y