Royal permaneció en silencio unos minutos. La conversación había tomado una pausa, pero repentinamente, el hombre empezó a decaer. Su respiración se volvió lenta y pesada, tan fuerte que Kisa no pudo evitar percatarse de ello. Sus labios se apretaban con nerviosismo y sus manos comenzaron a temblar ligeramente. Después de un rato, empezó a hacer muecas de inquietud, como si luchara internamente contra algo.—¿Le sucede algo, señor Fankhauser? —preguntó Kisa con cautela, acercándose un poco más a él.Royal levantó la vista hacia ella, con el rostro pálido y tenso.—Me siento... extraño —respondió con un hilo de voz.—¿Puedo ayudarlo en algo?Royal trató de levantarse, pero apenas lo hizo, sus piernas parecieron fallarle. Se tambaleó, y Kisa corrió a sostenerlo antes de que cayera al suelo.—¿Se siente mal? —le preguntó ella con preocupación, notando cómo el peso del hombre recaía sobre ella.Él asintió débilmente.—Quiero que me hagas un favor —murmuró—. Hay una habitación en el sótano
Regina arqueó una ceja, ahora con todos sus sentidos en alerta.—¿Cómo que está mal? —preguntó, con una nota de preocupación que intentó ocultar.—Él... de repente empezó a sentirse extraño y se desmayó... creo que tuvo un ataque de catalepsia —expuso Kisa, dudosa.Regina abrió los ojos con sorpresa y frunció el ceño, incrédula.—¿Cómo sabes tú eso? —inquirió, ahora mirándola con más intensidad.Kisa levantó las manos en señal de súplica, viéndose algo ansiosa.—Por favor, señora, no tengo idea de qué hacer con el señor Fankhauser. Lo llevé a la habitación que él me pidió, abajo en el sótano. Está en una cama... una especie de cápsula.La expresión de Regina cambió drásticamente. Aunque mantenía un aire de autoridad, ahora sus ojos reflejaban preocupación. Luego, asintió con firmeza, procesando la información rápidamente.—Bien —dijo, retomando el control de la situación—. Ve a pedirle a una de las empleadas que llame al médico de la familia de inmediato. Yo iré ahora mismo al sótano.
Regina permaneció al otro lado de la habitación, observando a Gabriel trabajar en silencio. Sin embargo, no parecía tranquila. Algo en la presencia de Kisa seguía irritándola, y después de un rato, decidió acercarse nuevamente a ella. —Tú ya no tienes nada que hacer aquí. Sal de esta habitación —exigió.Kisa levantó la mirada hacia Regina, pero no se movió. Por un momento, desvió la vista hacia Royal, que seguía inmóvil en la cápsula, antes de volver a mirar a la mujer. —Si no le molesta, señora, preferiría quedarme aquí para cualquier cosa que el señor Fankhauser pueda necesitar —manifestó con respeto.—La verdad, sí me molesta —replicó—. Me molesta que estés aquí, porque tú no tienes nada que ver con esta familia. Ni siquiera deberías saber sobre esto, pero ya no se puede hacer nada al respecto.Kisa apretó los labios, pero no retrocedió.—Puedo ser de ayuda —agregó—. Puedo quedarme hasta que él despierte, solo para asegurarme de que todo esté bien.—Tu única obligación es cuidar
—Por cierto —agregó Royal, acercándose un poco más a Kisa, quien sintió que una extraña sensación recorrió su cuerpo.Aunque no retrocedió, la proximidad de Royal la descolocó y su corazón dio un pequeño brinco ante la acción inesperada de él. Éste se inclinó ligeramente hacia ella, en lo que su rostro se asomó a su oreja, y Kisa no pudo evitar inhalar aire de golpe.—Mi madre no sabe que te denuncié y que fuiste a la cárcel por mi culpa —expuso Royal en voz baja, mirando a Kisa con seriedad—. Además, todo el asunto de Coral... la verdad es que preferiría que no lo supiera. Por eso, me tranquiliza mucho que no le hayas comentado nada de eso.Kisa tardó unos segundos en procesar sus palabras, aún desconcertada por la cercanía. Tras haber inhalado aire, lo mantuvo retenido en sus pulmones durante aquellos minutos en que Royal le dijo aquello. Luego, exhaló el oxígeno y procedió a responder.—Sí, bueno... tampoco es algo que me gustaría mencionar y que lo supiera todo el mundo —indicó, e
—Fue una buena excusa —sonrió Kisa con complicidad—. Su madre no podrá enojarse por eso, pues si tiene un ataque de catalepsia justo delante de mí, no podrá ocultar su condición.—En parte, no le mentí. Digo, tú me encontraste medio muerto en mi auto y tuviste que llamar a emergencias. Luego declararon mi fallecimiento, para después despertar en la morgue e ir a buscar a mi hija en tu casa. No hubo forma de remediar lo que pasó. Pero gracias a todos esos eventos, ahora Coral está más tranquila.Hubo unos minutos de silencio, los cuales fueron rotos por Kisa.—Entonces... usted debería intentar no estresarse tanto, ¿cierto? Trate de evitar llegar a ese punto.Royal sonrió con amargura y dejó caer sus hombros, como si ese consejo no fuera tan fácil de seguir.—Es más complicado de lo que parece, ¿sabes? Tengo una familia que quiero proteger y una empresa que debo llevar adelante. Llega un punto en que todo se acumula y no puedo eludirlo. Es inevitable que llegue a ese límite.Kisa lo ob
Kisa no pudo evitar sorprenderse después de escuchar todo aquello.—¿Usted está casado? —resaltó—. Entonces, ¿cómo? Quiero decir, ¿qué pasa con la señorita Magalí y todo lo que ocurrió entre ustedes? ¿Usted sigue…? Es decir, ¿todavía está ligado a la madre de Coral? —preguntó, titubeando un poco, como si temiera haberse entrometido demasiado.Royal la observó tranquilamente, aunque su rostro reflejaba una carga de recuerdos dolorosos.—Ya no estoy casado con ella —aclaró—. Desapareció hace muchos años… siete, para ser exactos. Pero en el cuarto año de su ausencia, intenté contactar de nuevo a su familia. Llamé, fui a su casa, pero nunca me respondieron ni me recibieron. Finalmente, decidí proceder con el divorcio por mi cuenta. Tenía suficientes pruebas de que ella nos había abandonado a mí y a Coral. El tribunal falló a mi favor, así que pude divorciarme sin necesidad de su firma ni de su presencia.Kisa abrió los ojos, impresionada por lo que Royal le acababa de comentar.—Oh, ya ve
Kisa sintió cómo el suelo bajo sus pies se volvía inestable, como si de pronto la realidad misma se tambaleara. Sus manos comenzaron a sudar y un leve temblor recorrió sus dedos mientras instintivamente apretaba el borde de su camiseta. Su respiración se volvió superficial, como si su pecho no pudiera captar suficiente aire.—¿Qué…? —apenas pudo murmurar.El calor se acumuló en su rostro y no sabía si era producto de la vergüenza, la sorpresa o ambas. Abrió los ojos de par en par y sus labios temblaron al intentar formar palabras que no llegaban a salir. Su garganta se sentía seca, casi incapaz de emitir sonido alguno.Por un instante, creyó haber oído mal. Las palabras "¿te casarías conmigo?" se repetían en su mente como un eco, desordenando sus pensamientos y volviendo imposible cualquier interpretación lógica.«¿Esto es una broma?» pensó y su mente se llenó de preguntas que se atropellaban unas a otras. «¿Está probándome? ¿O habla en serio? ¿Cómo podría siquiera pensar en algo así?
Ella se detuvo de golpe y se giró para mirarlo.—¡Pero si ya lo hizo, señor Fankhauser! —exclamó—. ¡Ya lo hizo! Usted ya me sacó de la pobreza. Me dio un trabajo importante, me trajo aquí, me paga bastante bien… Usted me cambió la vida. ¿Qué más podría ofrecerme? ¿O qué más podría pedirle yo a usted?Royal no se vio intimidado por la forma en que habló y respondió con serenidad.—Te puedo dar una vida en la que no tengas que trabajar.—¡Pero yo quiero trabajar! Como sabe, tengo una carrera, quiero ejercerla y crecer profesionalmente.—Entiendo eso —alegó Royal—. Pero me refiero a que trabajarás bajo tus propios términos. No tendrás que obedecer un horario ni preocuparte por nada más. Serás totalmente libre y autosuficiente con todo lo que te daré.—¡Pero eso no es lo que quiero! —protestó Kisa, señalándolo con el dedo—. Quiere que me case con usted y me convierta en una madre para Coral, pero… ni siquiera tiene sentido.Royal suspiró comprensivo, como si ya hubiera anticipado todas su