Royal permaneció inmóvil, como si el peso de las palabras de su hija lo hubiera dejado clavado al suelo. Su expresión, normalmente serena y controlada se desmoronó, mostrándose perturbado. Las venas de su cuello y sus sienes estaban tensas, marcándose bajo su piel. El aire pareció haberse vuelto más denso a su alrededor, dificultándole la respiración.Era como si el alma de Royal se hubiera separado de su cuerpo por un instante. Su mente intentaba procesar lo que acababa de escuchar, pero su corazón ya empezaba a arder con una furia creciente que le resultaba difícil de contener.Royal todavía tenía a Magalí agarrada del brazo, pero su ira seguía aumentando. Su agarre se hizo más fuerte y Magalí gimió de dolor, tratando de soltarse.—¡Royal! ¡Royal, me estás lastimando! ¡Suéltame, por favor! —rogó con desesperación.Pero Royal no la soltó. Su rostro estaba rojo de furia, al borde de perder su autocontrol. No sabía cómo manejar la vorágine de emociones que lo embargaban: rabia, dolor, c
Magalí se recompuso del golpe y se levantó del suelo. Mientras se limpiaba la sangre de la nariz, trató de acercarse a Royal, por lo que extendió una mano hacia él en un gesto suplicante.—Royal, por favor...Pero éste apartó su mano con brusquedad.—¡No te atrevas a tocarme! —le espetó, con el rostro rígido por la rabia—. No tienes idea de cuánto me estoy conteniendo para no hacer lo mismo que hizo Kisa. Sin embargo, no dudes que tomaré medidas legales contra ti —concluyó Royal, fulminándola con una mirada helada, en lo que ella retrocedía completamente aterrorizada.Por un momento, mientras se revelaba la verdad, Regina se quedó callada, hasta que finalmente decidió expresar su opinión.—Todo esto es un desastre —dijo, hastiada. Después de un instante de pausa, agregó—. Debería haber pruebas claras en contra de Magalí para acusarla. Esto es muy grave.Royal se volvió hacia su madre, claramente cansado de la situación.—Madre... ¿De verdad vas a seguir tratando de defenderla? —le preg
—No me voy a disculpar —aseveró Regina, poniendo resistencia—. Solamente hice lo que creí conveniente. Pensé que esta empleada estaba mintiendo. Y, por supuesto, creí en Magalí porque ella es mi nuera, o lo era. Sin embargo, si resulta que realmente maltrató a mi nieta, entonces no la voy a defender. Ya no daré la cara por ella. Le retiraré mi apoyo, y ya. Pero no me disculparé y no puedes obligarme a hacerlo, Royal.El hombre se quedó mirándola durante unos segundos, denotando decepción.—Deberías tener vergüenza de ti misma —espetó.Luego dirigió su atención hacia Magalí, quien permanecía en su sitio. Su rostro estaba empapado en lágrimas y parecía completamente deshecha.—Royal... —balbuceó ella entre sollozos, pero éste no titubeó.—¿Todavía estás aquí? —dijo con frialdad, cortando cualquier intento de acercamiento por parte de la rubia.Magalí intentó dar un paso hacia él, pero su presencia parecía impenetrable, completamente inaccesible. Aún así, suplicó, aferrándose a cualquier
Royal se encontraba en la habitación de Coral, con una expresión de arrepentimiento reflejado en su rostro. Coral estaba sentada en el borde de su cama, con las manos pequeñas descansando entre las de su padre. Él, en cuclillas frente a ella, la miraba directamente a los ojos, como si quisiera asegurarse de que cada palabra que decía quedara grabada en su corazón.—Lo siento mucho, pequeña —manifestó con la voz cargada de culpa—. De verdad lamento que hayas tenido que pasar por todo esto. Lamento no haberme dado cuenta antes y lamento haberte descuidado de esta manera.Coral pestañeó, con sus ojos aún enrojecidos por el llanto, pero no dijo nada. Royal apretó suavemente sus manos y continuó.—Perdóname por haberte obligado a soportar a esa mujer. Perdóname por no haberte protegido como debí hacerlo. Todo esto es culpa mía. Me preocupé tanto por intentar ser un buen padre, que en realidad no lo fui.La mirada de Royal se oscureció por un momento, como si reprochara sus propias acciones.
Royal se quedó en silencio por un momento, como si buscar las palabras correctas le costara más de lo habitual. Después de un ratode navegar por el mar de pensamientos que habían surgido en su mente, decidió romper el silencio.—Quiero ser honesto contigo, Maidana. Tal vez está mal que yo diga esto, pero cuando supe lo que Magalí había hecho, una parte de mí... quería devolvérselo. Quise hacer lo mismo que ella le hizo a mi hija. Pero tú lo hiciste por mí. Tú la enfrentaste, y lo hiciste también por Coral. No sé cómo agradecértelo lo suficiente.Kisa bajó la mirada, incómoda por el peso de sus palabras. Su respiración se volvió más profunda mientras procuraba mantenerse serena.—Señor Fankhauser... no es necesario que me agradezca tanto —articuló con una sonrisa nerviosa—. No sé cómo reaccionar cuando lo hace. Por otro lado, entiendo que al enterarse de que la señorita Magalí fue la responsable de esos moretones, su primer pensamiento fue querer hacerle lo mismo también. Sin embargo,
Royal permaneció en silencio unos minutos. La conversación había tomado una pausa, pero repentinamente, el hombre empezó a decaer. Su respiración se volvió lenta y pesada, tan fuerte que Kisa no pudo evitar percatarse de ello. Sus labios se apretaban con nerviosismo y sus manos comenzaron a temblar ligeramente. Después de un rato, empezó a hacer muecas de inquietud, como si luchara internamente contra algo.—¿Le sucede algo, señor Fankhauser? —preguntó Kisa con cautela, acercándose un poco más a él.Royal levantó la vista hacia ella, con el rostro pálido y tenso.—Me siento... extraño —respondió con un hilo de voz.—¿Puedo ayudarlo en algo?Royal trató de levantarse, pero apenas lo hizo, sus piernas parecieron fallarle. Se tambaleó, y Kisa corrió a sostenerlo antes de que cayera al suelo.—¿Se siente mal? —le preguntó ella con preocupación, notando cómo el peso del hombre recaía sobre ella.Él asintió débilmente.—Quiero que me hagas un favor —murmuró—. Hay una habitación en el sótano
Regina arqueó una ceja, ahora con todos sus sentidos en alerta.—¿Cómo que está mal? —preguntó, con una nota de preocupación que intentó ocultar.—Él... de repente empezó a sentirse extraño y se desmayó... creo que tuvo un ataque de catalepsia —expuso Kisa, dudosa.Regina abrió los ojos con sorpresa y frunció el ceño, incrédula.—¿Cómo sabes tú eso? —inquirió, ahora mirándola con más intensidad.Kisa levantó las manos en señal de súplica, viéndose algo ansiosa.—Por favor, señora, no tengo idea de qué hacer con el señor Fankhauser. Lo llevé a la habitación que él me pidió, abajo en el sótano. Está en una cama... una especie de cápsula.La expresión de Regina cambió drásticamente. Aunque mantenía un aire de autoridad, ahora sus ojos reflejaban preocupación. Luego, asintió con firmeza, procesando la información rápidamente.—Bien —dijo, retomando el control de la situación—. Ve a pedirle a una de las empleadas que llame al médico de la familia de inmediato. Yo iré ahora mismo al sótano.
Regina permaneció al otro lado de la habitación, observando a Gabriel trabajar en silencio. Sin embargo, no parecía tranquila. Algo en la presencia de Kisa seguía irritándola, y después de un rato, decidió acercarse nuevamente a ella. —Tú ya no tienes nada que hacer aquí. Sal de esta habitación —exigió.Kisa levantó la mirada hacia Regina, pero no se movió. Por un momento, desvió la vista hacia Royal, que seguía inmóvil en la cápsula, antes de volver a mirar a la mujer. —Si no le molesta, señora, preferiría quedarme aquí para cualquier cosa que el señor Fankhauser pueda necesitar —manifestó con respeto.—La verdad, sí me molesta —replicó—. Me molesta que estés aquí, porque tú no tienes nada que ver con esta familia. Ni siquiera deberías saber sobre esto, pero ya no se puede hacer nada al respecto.Kisa apretó los labios, pero no retrocedió.—Puedo ser de ayuda —agregó—. Puedo quedarme hasta que él despierte, solo para asegurarme de que todo esté bien.—Tu única obligación es cuidar