Todos los capítulos de Un regalo para navidad ¡Esposa regresa a mí!: Capítulo 101 - Capítulo 105
105 chapters
Capítulo 101. Un regalo de Navidad
Gabriel Uzcátegui.La sala de partos era un caos ordenado. Un oxímoron, sí, pero no había mejor forma de describir el flujo constante de enfermeras moviéndose con propósito mientras Emma permanecía en la cama. Yo, en cambio, me sentía como un intruso con bata. Estaba ahí no solo porque quisiera acompañarla, sino porque también Emma quería que estuviera, pero una pequeña voz en mi cabeza seguía susurrándome que quizá debería estar esperando fuera como los esposos en las películas antiguas.Emma me miró desde la cama, sus ojos chispeando con una mezcla de determinación y dolor.—No me sueltes la mano— ordenó.—No se me ocurriría —respondí, apretando su mano con suavidad mientras intentaba no pensar en cómo la estaba aplastando cada vez que le venía una contracción¿Es posible perder la circulación en los dedos de forma permanente? Quizás debería buscarlo después en internet.El médico entró con una sonrisa profesional que no combinaba con la intensidad del momento.—Todo está progresan
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Capítulo 102. El secreto de la madrugada.
Gabriel Uzcátegui.La felicidad de llevar a Emma y a nuestro pequeño Sandro Gabriel a casa fue efímera. No porque no estuviera emocionado, sino porque la realidad de lidiar con un recién nacido golpeó con la fuerza de un huracán. Sandro comía cada dos horas, sin importarle la hora del día, si no habíamos dormido en las últimas veinticuatro horas. Veía a Emma, intentaba mantenerse firme, pero estaba agotada. Las primeras dos semanas fueron un torbellino de llantos, no solo del bebé, sino también de ella. Su madre, que había estado con nosotros los primeros días, tuvo que marcharse, y con su partida, Emma quedó enfrentando sola el peso de la maternidad reciente.Una noche, después de ver a Emma llorar por no poder calmar al bebé, me di cuenta de que algo tenía que cambiar. La amaba demasiado para verla desmoronarse de esa manera.Así que decidí tomar el control de las noches. Sin decirle nada, empecé a levantarme cada dos horas para alimentar a Sandro y calmarlo. Hacía que pareciera
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Capítulo 103. Llamadas del Pasado
Gabriel Uzcátegui.El sonido del timbre rompió la tranquilidad de nuestra mañana. Me quedé congelado por un momento, deseando que el timbre no despertara a Sandro, a quien acababa de dormir y lo hacía pacíficamente. Emma, que estaba en la cocina preparando el desayuno, levantó la cabeza con curiosidad.—¿Esperas a alguien? —preguntó.Negué con la cabeza, dejando la taza de café a medio beber. Caminé hacia la puerta, mis pasos acompasados por la incertidumbre. No esperaba visitas y, sinceramente, tampoco las quería.Cuando abrí, el aire helado me golpeó antes de que pudiera procesar lo que estaba viendo. Allí, de pie en el umbral, estaban Reina y Gregorio, mis padres. Mi primer instinto fue cerrar la puerta. El resentimiento se alzó como una barrera, por lo ocurrido meses atrás. Intenté cerrar la puerta, pero Reina extendió la mano, deteniendo la puerta antes de que pudiera cerrarla.—Gabriel, por favor…—dijo con una voz que no había escuchado antes, suave, casi suplicante.—No creo
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Capítulo 104. Capítulo final. Una navidad para recordar.
Gabriel Uzcátegui.Un año después. Otra navidad.El sol apenas comenzaba a asomarse, lanzando rayos dorados a través de las cortinas de nuestra habitación. La suave luz iluminaba el rostro de Emma, quien seguía dormida a mi lado. Su expresión era de pura serenidad, y no pude evitar sonreír al verla así.Cuando abrió los ojos, nuestras miradas se encontraron, y un silencioso entendimiento pasó entre nosotros. No necesitábamos palabras; esta paz, esta calidez, era lo que habíamos estado buscando durante tanto tiempo.—Buenos días…— murmuró Emma con una sonrisa perezosa.—Buenos días, mi amor…— respondí, inclinándome para besar su frente.Nos quedamos así un momento, disfrutando de la tranquilidad antes de que el día comenzara.En el salón, el aroma del pino fresco llenaba el aire. Sandro Emmanuel, con su pequeño pijama decorado con renos, estaba sentado frente al árbol de Navidad al lado de su hermana mayor. Sus manitas curiosas intentaban alcanzar los adornos más bajos, que habíamos c
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Epílogo. Un futuro brillante
Emma Uzcátegui. Cinco años después de aquella Navidad que reunió a nuestra familia, la vida se había transformado en algo que ni Gabriel ni yo podríamos haber imaginado. La casa estaba llena de risas, pequeños pies corriendo por todas partes y un caos hermoso que había aprendido a amar. Sandro Emmanuel, nuestro pequeño explorador, ya tenía seis años. Era una mezcla perfecta de curiosidad y travesura. Cada día encontraba algo nuevo que desmontar o investigar, siempre con preguntas que ponían a prueba nuestros conocimientos y paciencia. Pero los verdaderos protagonistas de esta nueva etapa eran los gemelos, Gabriela y Samuel. Los gemelos habían llegado hace cuatro años, cambiando nuestras vidas por completo. Gabriela, con su sonrisa traviesa y su habilidad para manipular a todos con su encanto, era una pequeña líder en potencia. Samuel, en cambio, era el tranquilo y observador, siempre atento a su hermana y al mundo que lo rodeaba. Ambos llenaban la casa de energía y ternura. San
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