Narra Elikai:Finalmente había amanecido, y junto al sol, aquel aroma exquisito e inconfundible llenaba por completo mis sentidos; el olor que emanaba del cuerpo de Dalila me embriagaba, sin embargo, aun y cuando amaba aquel delicado perfume natural de su piel, pude oler algo más que me despertó por completo: ella olía a miedo.Levantándome de la cama, caminé hacia el enorme vestidor guiado por el aroma de mi hembra, y la encontré sentada, mirando hacia el maquillaje que le había regalado mi madre, y en medio de las penumbras.—Eres hermosa… — le dije abrazándola por detrás.Sin embargo, entre mis brazos pude sentir como su pequeño cuerpo temblaba, y el olor de su miedo inundó mis sentidos. Dalila estaba aterrada; temblaba por un miedo genuino, pero no decía palabra alguna.—¿Qué es lo que ocurre? — le pregunté angustiado, pues nunca había sentido en ella tanto miedo.—Elikai, no me dejes sola, te lo pido. — murmuró apenas sin voz, y yo tan solo pude abrazarla fuertemente.Tomándola a
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