17. Entre Lineas
Después de la reunión y la conversación en el jardín, mi cabeza no había parado de dar vueltas. Cada palabra de Chasse resonaba como un eco persistente, recordándome lo complicado que se estaba volviendo esto. Si bien me había dicho que todo formaba parte del trato, sus ojos, su tono, e incluso su proximidad, me gritaban otra cosa. Y, lo peor, era que parte de mí deseaba creer en ello.Aquella mañana, el sonido de la alarma fue un alivio. Me levanté de la cama sintiéndome más cansada que cuando me había acostado. El sol entraba tímidamente por las ventanas, y las cortinas blancas ondeaban suavemente con la brisa. Por un momento, la tranquilidad del ambiente me dio la ilusión de que todo estaba bien, pero la realidad golpeó rápidamente.Bajé al comedor para desayunar, esperando encontrarme a Chasse inmerso en una llamada de trabajo o en sus múltiples correos, como era habitual. En cambio, lo encontré esperándome, sentado en la cabecera de la mesa, con una taza de café y el periódico en
Leer más