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Todos los capítulos de Tendré Trillizos de mi Jefe : Capítulo 91 - Capítulo 100
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Capítulo 90
El dolor de cabeza y la sensación de malestar lo invadían, y todo lo que quería era que esa incomodidad desapareciera. Sabía que tal vez debería llamar a un doctor, pero no tenía ánimo para nada; solo quería que su cuerpo se liberara de esa sensación tan molesta. Mientras se acomodaba en la cama, Maxwell estaba tan distraído por su malestar que dejó la puerta principal sin seguro. Fue entonces cuando Amanda llegó, empujó la puerta y entró sin dudarlo. Al instante, su mirada se iluminó al ver el lujoso apartamento. Se sentía afortunada de estar allí, disfrutando de la opulencia que la rodeaba. —Maxwell, ¿estás aquí? —llamó, pero no recibió respuesta. La emoción de estar en su espacio personal la llevó a mirar un poco más. Mientras recorría el lugar, su mente comenzó a divagar. Se imaginó viviendo allí como la señora de la casa, disfrutando de privilegios. Sin embargo, esa sonrisa maliciosa se desvaneció rápidamente al recordar la relación de Maxwell con Aria. La odiaba, y esa idea
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Capítulo 91
Aria se levantó de la cama con cuidado, asegurándose de no despertar a Maxwell. Sabía que necesitaba hacer una llamada importante. Se dirigió a la sala y buscó su teléfono. Con un suspiro, marcó el número de Estela. —Estela —pronunció cuando la llamada fue atendida—. Quería pedirte un favor. Maxwell está un poco enfermo, y aunque su fiebre ha disminuido un poco, creo que sería mejor que me quedara con él esta noche.Estela, siempre comprensiva, respondió rápidamente.—No te preocupes, Aria. Entiendo la situación. Cuidaré muy bien de los trillizos. ¿Necesitas que haga algo más? Sabes que cuentas conmigo. —No, solo que estén tranquilos y no le digas nada sobre la situación, no quiero preocuparlos. Estoy segura de que Maxwell se sentirá mejor pronto —dijo, sintiendo un alivio al saber que sus hijos estarían en buenas manos.—Perfecto. Manténme informada, ¿sí? —dijo Estela con una voz cálida.—Claro, gracias, Estela. Te lo agradezco mucho. Hablamos luego —respondió Aria antes de colgar.
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Capítulo 92
Hace mucho tiempo atrás..Julieta se encontraba radiante mientras caminaba por los pasillos de la imponente mansión Kensington. Su corazón latía con emoción, pues hacía apenas un año que se había convertido en la esposa de Máximo, el hombre al que había amado desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron.Desde aquel día, Máximo había quedado cautivada por su peculiar mirada, un ojo de color azul y el otro ámbar, una peculiaridad que siempre había fascinado a quienes la rodeaban.Y, es que Julieta tenía heterocromia. Proveniente de una familia acomodada, ella era la única sobreviviente después de que sus padres y su hermano menor fallecieran en un trágico accidente, justo después de su matrimonio. En medio de ese dolor, Máximo se había convertido en su único apoyo, en su compañero y amigo.Ahora, caminando por los pasillos de casa, Julieta se sentía afortunada de vivir junto a Máximo. Había encontrado el amor y la estabilidad que tanto había anhelado. Nada podría empañar su
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Capítulo 93
Entonces, un día la tragedia llegó. Su pecho se apretaba y la ansiedad la invadía. El ataque de asma llegó sin previo aviso, y en su mente solo había un pensamiento: su inhalador.—¡Abigail! —gritó con desesperación, su voz entrecortada—. ¡Necesito mi inhalador!Abigail, que se encontraba en la cocina hirviendo agua, la escuchó pero no se movió de su lugar. La fría indiferencia dominaba. Sin embargo, se dirigió hacia donde estaba la pobre mujer, en una habitación. —Julieta, ¿estás bien? —quiso saber, sin moverse, como si evaluara la situación desde la distancia.—¡No! No estoy bien. ¡Ven, por favor! —Julieta se esforzaba por hablar, sintiendo que su cuerpo luchaba contra la falta de aire.Sin embargo, en lugar de ayudarla, se quedó en la puerta de la habitación, observando el sufrimiento de Julieta con una mirada fría.—Tal vez deberías... intentar relajarte —sugirió Abigail, sin prisa por ayudarla.—¿Qué estás haciendo? —Julieta se llevó las manos al pecho, sintiendo que el aire s
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Capítulo 94
Aria despertó esa mañana un poco desorientada y es que al abrir los ojos, se dio cuenta de que Maxwell no estaba a su lado. El corazón le dio un vuelco al darse cuenta de que aún seguía en la habitación de Maxwell y que, de alguna manera, había perdido la noción del tiempo. Aria pensó en los trillizos y se alarmó. De un salto dejó la cama y apresurada se dirigió hacia la cocina. Al abrir la puerta, se encontró con Maxwell, quién estaba de pie frente a la estufa, cocinando algo que olía delicioso. Él se veía tan bien, su figura se veía elegante, vistiendo un traje negro que le quedaba perfectamente.—Buen día, así que ya te has levantado —saludó, girándose hacia ella con una sonrisa en los labios. Aria pestañeó varias veces.—¿Cómo pasaste la noche? —inquirió.—Pude descansar bien. El malestar ya desapareció —aseguró Maxwell, sirviéndole un plato—. ¿Te apetece desayunar? No quiero que vuelvas a casa sin antes comer algo. Aria asintió, tomando asiento en un taburete alto en la isla
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Capítulo 95
Ante la mención de su secretaria, Maxwell se quedó en silencio por un rato largo y luego tomó una profunda bocanada de aire, sabiendo que tenía que darle una respuesta. Incluso cuando no tenía nada que ocultar y nada malo ocurrió con Amanda, se sintió incómodo. —Le pedí que me llevara algunos folios que necesitaba, es todo. ¿Pasó algo? —No, solo se me hizo raro verla allí. —No me digas que estas celosa...Ella bufó. —¿Qué? Claro que no —resopló. —Aria, la única mujer que me importa en el mundo, eres tú. Amanda solo es mi secretaria, es bastante eficiente y solo hace lo que le ordeno. —Max... no estoy celosa, sin embargo no debería ir a tu piso, si necesitabas que llevara algo, ¿por qué no se lo pediste a alguien más? Sabes que, olvídalo, no me hagas caso. De seguro pensaras que estoy exagerando. —De acuerdo, no volverá pasar. Te lo prometo. Ella suspiró. —D-de seguro tienes que seguir trabajando. Voy a colgar. —Aria, ¿estás enojada? —No, no lo estoy. Él sonrió para su
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Capítulo 96
—No sé qué decirte al respecto, solo prefiero creer que también fue sincero contigo, tal vez ya no los necesita, al fin y al cabo la depresión también puede curarse. —Sí, eso quiero creer —se quitó las lágrimas traviesas de su cara —. Estela, de seguro debes hacer muchas cosas. —Sí, aunque todavía tengo un poco de tiempo de descanso. Un día de estos podremos quedar, hace falta. —Opino lo mismo. Después de hablar un poco más, finalmente se despidieron. *** Aria llegó al jardín de infantes justo a tiempo para recoger a los trillizos. Los tres pequeños se emocionaron al verla y corrieron hacia ella. —¡Mamá! —gritaron al unísono, abrazándola con fuerza. —¡Hola, mis niños! ¿quién quiere comer un helado? —cuestionó y de inmediato los tres saltaron de la alegría. —¡Sí! Yo quiero un delicioso helado, mamá. —Yo también —dijo el niño con sus ojitos brillando. —Mamá, ¿podré elegir el más grande? —soltó Arthur y Aria asintió. —Vale, entonces vamos a la heladería —
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Capítulo 97
A los días, Aria decidió que era una buena idea contratar a una persona que se ocupara de los trillizos, porque ahora que comenzaría a trabajar todo se le haría más difícil. Fue así como una interesada llegó a ella, se llamaba Elena, una señora de unos cincuenta años, bastante cariñosa con muchas experiencia como niñera, se presentó. —Elena Guzmán es mi nombre, tengo más o menos diez años siendo niñera y estoy a la orden. Ah, nunca antes me había tocado cuidar a trillizos —mencionó con una enorme sonrisa. —Señora Elena...—No te preocupes, linda, puedes decirme Elena. —De acuerdo, Elena. En ese caso también te pediré que solo me llames Aria —pronunció deslizando una sonrisa que la señora le correspondió. —Bien. —Los trillizos en realidad son bien portados, puede que uno sea más travieso que el otro, pero apuesto a que no le van a causar ningún tipo de problemas, además están estudiando ahora mismo en el jardín de infantes, por lo que pasan parte del día allí, luego en la tarde ha
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Capítulo 98
Aria llegó al Estudio Kirchner un poco nerviosa. Era su primer día como diseñadora de interiores, eso la ponía en un aprieto. No sabía cómo sería el ambiente laboral. Para su sorpresa, cuando llegó fue recibida por los empleados quienes de manera creativa le estaban dando la bienvenida, una parte de ella se sintió profundamente aliviadaUna de las diseñadoras senior, que se llamaba Laura, se presentó ante ella.—¡Bienvenida, Aria! —saludó transmitiendo una cálida personalidad—. Estamos muy emocionados de tenerte aquí. Espero que podamos trabajar todos juntos, en armonía. —Muchísimas gracias. Me siento afortunada y emocionada de estar aquí. Prometo dar lo mejor de mí —aseguró sintiendo que su corazón volvía a recuperar el ritmo habitual. Luego de eso pudo saludar a los demás miembros del equipo. Encontró que cada uno de ellos era amigable. Casi como una familia en el ámbito laboral. —Si necesitas algo, no dudes en preguntar —le dijo un joven —. Aquí todos nos ayudamos mutuamente.
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Capítulo 99
Horas después...Amanda se encontró con Sebastián en un local concurriendo, aunque ese día estaba un poco desolado, allí ambos podrían platicar sin estar en guardia. Sebastián sostenía una sonrisa maliciosa, mientras hablaba de la familia Kensington, insinuando que había un secreto perturbador que podría usar a su favor, algo tan oscuro que terminaría cambiando todoAmanda estaba demasiado intrigada, quería saber sin que se fuera por las ramas, de aquello que ocultaba la familia Kensington. —¿Sabías que Maxwell no es hijo de Abigail? —lanzó el hombre deslizando una sonrisa al ver la sorpresa adornando la cara de la mujer, que claramente no se esperaba algo así, definitivamente era inesperado para ella. —¿Qué? —exclamó ella, impactada—. ¿De dónde sacas eso? Digo, esperaba que me dijeras otra cosa y no algo tan fuerte. ¿Cómo estás tan seguro y no se trata de algún rumor? —No es un rumor, Amanda. No lo es en absoluto. En realidad, es hijo de una tal Julieta, que murió cuando él era a
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