107. La negación
En ese instante, el miedo y la inseguridad la invadieron. El peso de su pasado, la culpa que llevaba dentro, todo se precipitó sobre ella, haciéndola retroceder. Con un movimiento sutil, pero decisivo, Hellen dobló su rostro, evitando el ósculo que él le ofrecía. Justo en ese momento, un relámpago rasgó el cielo, iluminando brevemente sus rostros en un destello blanco. El estruendo del trueno que siguió retumbó en el firmamento, como si la naturaleza misma estuviera reaccionando al conflicto que se desarrollaba en sus corazones.—No —dijo Hellen, su voz apenas un susurro, pero firme en su resolución.El trueno resonó nuevamente, pero esta vez, fue el eco de su propia determinación. El dolor en los ojos de Hadriel fue evidente, y aunque ella podía sentir el sufrimiento que le estaba causando, no podía dejar de lado el abismo que la separaba de él. Su corazón se rompió un poco más en ese momento, sabiendo que, a pesar de lo que ambos pudieran sentir, el destino parecía empeñado en mante
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