—Hoy es el día —Cintya había llamado a Catherine—. Ni se te ocurra abrir la boca. No te meteré en este problema, y tú no me menciones si te llegan a preguntar, ¿de acuerdo? Catherine, del otro lado de la línea, estaba preocupada porque por primera vez había hecho una amiga que se parecía a ella misma. Tenían los mismos gustos, y el mismo objetivo en común. No quería perderla. —Oye, ten mucho cuidado. Si Mónica es hija del líder de la mafia, ¿no puede ser peligroso? —le dijo, mordiéndose una uña. —¡No hay vuelta atrás! Es probable que yo muera hoy, Cath. Pero no me iré de este mundo sin haberme llevado a Mónica —masculló la rubia, furiosa. Se dio cuenta tarde de lo peligrosa que era la misión, y tanto a ella como a Oliver les costaría salir ilesos de esa. —¡¿Qué?! ¡No te arriesgues así! —Aww, cariño. Me alegra haberte conocido, yo tampoco había tenido alguna amiga cercana —expresó, haciendo una mueca divertida, pero no podía ser vista—. Haré lo que pueda para salir viva de esto.
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