Los nervios de Mónica estaban a flor de piel. Oliver se había puesto la capucha de nuevo, junto a una máscara para no ser reconocido por el tipo que estaba de turno en la recepción del edificio. Apuntó la espalda de Mónica con el arma. —Muévete —le ordenó. Ella tuvo que hacerle caso, no quería morir y dejar a Victoria a su suerte con ese imbécil. Caminó hasta llegar al ascensor y no tardaron en llegar a la primera planta. El hombre que estaba de turno, era un señor mayor, amigo del dueño del edificio. Estaba leyendo una revista y con la radio encendida. Asomó su vista por encima, ya que no era normal que las personas salieran del edificio a esa hora, aunque ya estaban acostumbrados a recibir a Rafael de noche. —¿Quién sale? —preguntó. Oliver no dudó en apuntarlo con el arma. El señor se cagó, sus cejas se hundieron y pudo ver a Mónica horrorizada, abrazando a la bebé. Sabía que tenían que poner más seguridad en el edificio, pero su amigo no le hacía caso. —Di una palabra, y t
Rafael había llegado al departamento de Mónica y estuvo a punto de agarrar al recepcionista del cuello, la desesperación lo consumía poco a poco. —¡¿Qué fue lo que pasó?! —exclamó, furioso. Las venas de su frente y cuello eran visibles. El pobre señor tragó saliva, pues sabía que Rafael era un hombre poderoso. —S-se las llevaron —Tecleó varias palabras en la computadora—. Puedo mostrarte las grabaciones de seguridad. Rafael movió el pie repetidas veces y se asomó por el mesón para ver los videos. En efecto, Mónica había sido sacada a la fuerza por un hombre armado y encapuchado. Aunque… Había una cámara en frente de la habitación de Mónica, y el secuestrador no tenía la máscara en ese momento. —¿Lo conoce? Puede llamar a la policía y… No terminó de hablar. El castaño golpeó el mesón con fuerza, tirando al suelo varios papeles que yacían encima. —¡La policía tardará años para poder encontrarla! Yo mismo la buscaré —sentenció—. No hagas nada, viejo. El señor estaba asus
Catherine estaba muy preocupada por cómo saldrían las cosas. Quería hablar con Cintya, pero no respondía el celular. Lo había apagado. —Maldición —Se mordió una uña y tiró el dispositivo sobre el sofá. David llegó después de un duro día en la empresa, y frunció el ceño al ver que su esposa se encontraba nerviosa. Él la conocía tan bien, que notó de inmediato el movimiento en sus pies. —¿Todo bien? —¡Ah! —La mujer pegó un grito sorpresivo. Se había asustado, llevó una mano a su pecho. Su respiración se aceleró, y David lo vio extraño. Catherine no solía comportarse así. Algo la tenía preocupada y él estaba dispuesto a ayudarla. —Cuéntame, ¿qué llamada estás esperando? Ella odiaba que su esposo la conociera demasiado, pero en cierta parte, era su único refugio. —Es Cintya, tuvimos una discusión en la mañana y no quiere volver a verme —mintió, se le daba bien—. No te sorprendas si no regresa jamás. David se acercó a ella con cautela y se sentó a su lado para hacerle un masaje en
Rafael y Alejandro ya estaban en la mansión Bridget, precisamente en la sala de reuniones, y en efecto, el único que faltaba era Oliver. Sus amigos más cercanos, Pablo y Rubén, veían a su jefe con ese nerviosismo que los hacía sudar. No esperaban que Oliver fuera descubierto tan rápido. Ellos juraron guardar el secreto, pero no arriesgarían sus vidas para hacerlo. —Supongo que dos de ustedes ya saben para qué convoqué esta reunión urgente —habló el líder, sentado en la silla principal. Era la primera vez que Rafael veía a tantos hombres peligrosos en una misma habitación, pero el miedo era lo de menos. Tener a Alejandro de su lado, era un beneficio. —¿Qué sucede, jefe? Sabe que puede contar con todos nosotros —expresó un hombre que no tenía idea de lo que sucedía. —Lo sé, Carlos. Pero Rubén y Pablo no piensan lo mismo —Ladeó una maliciosa sonrisa—. ¿Tienen algo que decirme? Los dos mencionados, se cagaron tanto que uno de ellos terminó por desmayarse, alertando a todos en la sa
El cuerpo de Mónica solo estaba cubierto por su ropa interior. Las manos se las sujetaba Cintya para evitar su escape, mientras que Oliver se montó encima de ella con la intención de abusar sexualmente. Las lágrimas en la mujer no cesaban, no quería que su cuerpo fuera usado por alguien que no amaba. El único que podía tocarla era Rafael, no un tipo loco que le daba asco. Se preguntaba, ¿cómo fue que Oliver actuó con tanta inocencia el día que se conocieron? —Vas a disfrutar, tranquila. Tengo un pene lo suficientemente grande para darte el máximo placer —se burló el hombre, con cinismo. Los labios de Mónica estaban resecos, apretó los mismos cuando el rostro de Oliver se acercó demasiado. Él agarró su mentón con fuerza, y presionó su rodilla en la entrepierna de Mónica. Le causó una sensación horrible, como si le quemara esa parte. Su zona más sensible, estaba siendo aplastada por una rodilla. —Déjame… —suplicó, en un hilo de voz—. No tienes que hacer esto. —Lamento decirte que
—No mientas —sentenció Rafael—. ¿Por qué me hiciste esto? ¿Por qué dañar a Mónica? ¡Ella es lo más preciado en mi vida! Cintya estaba temblando, lo menos que quería era ser descubierta por Rafael. La había cagado, no tendría ningún tipo de perdón por parte suya. ¿Qué iba a hacer sin él?. —L-lo siento… —Le costaba hablar—. ¡Yo te amaba de verdad! Decidió soltarlo todo. Ya lo había dicho antes, pero necesitaba hacerle entender a Rafael que él fue importante para ella, por eso quiso quitar a Mónica del camino. El amor que sentía la cegó por completo. No la dejó pensar con claridad, aunque ya era demasiado tarde para arrepentimientos. —¡No me jodas! —¡Lo digo en serio! —gritó, con la voz desgarrada—. Tú fuiste esa luz en mi camino. Gracias a ti, conseguí el trabajo en la empresa. ¿Por qué no pudiste verme diferente? ¿No sentiste ni una pizca de atracción durante los años que trabajamos juntos? Las cejas de Cintya se hundieron, sus ojos estaban aguados, la visión borrosa. No quería
Elsa llegó lo más rápido que pudo al hospital en cuanto Rafael la llamó. Buscó a la pareja como loca, desesperada al escuchar que habían secuestrado a Mónica. Su corazón latía con rapidez. Vio a Rafael en la sala de espera, con Victoria sobre sus piernas y dándole un juguito de la máquina expendedora. —¡¿Rafael?! ¿Qué fue lo que sucedió? —Apoyó ambas manos sobre sus rodillas, cansada por haber corrido. —Tu ex novio las engañó a las dos —informó—. Al parecer se acercó a ti con tal de llegar a Mónica y a la bebé. Elsa no podía creerlo. ¿Significaba que Oliver nunca sintió aunque sea la más mínima chispa por ella? —Oh… —Se sentó a su lado—. Puedo cuidar de Victoria, si quieres acompañar a Mónica. —El doctor no permite visitas mientras está trabajando —resopló, la ansiedad lo consumía por saber qué tan graves eran las heridas de su mujer—. Hay que esperar. —¿Qué le hizo ese desgraciado? —Estuvo a punto de abusar de ella, Elsa. No sabes cómo me hierve la sangre al recordarlo —Ten
Unos días después de lo sucedido, Mónica había empacado todo para irse del departamento. Apretó los labios, extrañaría ese lugar, aunque Rafael era el que lo estaba pagando. —¿Mami? —Victoria estaba de pie cerca del sofá, notó la expresión decaída en su madre. —¿Estás lista, mi amor? —Restregó sus ojos para alejar las lágrimas. —Sí —asintió. Victoria estaba emocionada porque ya le habían explicado que tenían que irse a vivir con Rafael, su padre. Tenía una inocente sonrisa. —Elsa debe de estar por llegar —Miró el reloj en su teléfono. Y justo la invocó, porque Elsa entró unos segundos después. Ella también llevaba una maleta con sus cosas, no le afectaría mudarse, ya que vivía sola. —¿Estamos listos? —preguntó. —¡Elsa! —Victoria corrió con torpeza para abrazar su pierna—. ¿Vienes? —Claro que sí, ¿tu mami no te dijo? —La miró con ternura—. Me tendrás como niñera por el resto de tu vida. —¡Sí! —A la niña le alegraba. Era feliz, logró olvidar el susto que pasó cuando la separa