Después de varios días, todos en la empresa veían a Mónica diferente, siempre se inclinaban al verla pasar. Lisandra se sorprendió mucho, pero se comportó como de costumbre a petición de Mónica, se sentía extraña por el nuevo ambiente. Ella tenía el día libre y estaba en su departamento, cuidando de la niña. —Victoria, eso no es para jugar —la regañó. La bebé estaba mordiendo el cepillo para el cabello, por lo que su madre se lo tuvo que quitar. Suspiró. Alguien tocó la puerta, ella no esperaba ninguna visita esa noche. Se acomodó el cabello antes de abrir, lo tenía despeinado. —Hola, Mónica —saludó Rafael, haciendo una mueca divertida. —¿Q-qué haces aquí? —Ella se cubrió el cuerpo. Recordó que llevaba puesta una bata casi transparente, y no tenía brasier, por lo que sus pezones se notaban con claridad. Aunque Rafael no abusó de su confianza, la miró directo a los ojos. —Le traje un regalo a Victoria —Entró como si fuera su casa. Mónica quedó en shock, sin poder hablar. —¡
Leer más