Avery se sentía nerviosa, pero los padres de Jeray la estaba tratando muy bien, preguntándole cosas irrelevantes y contando una que otra anécdota de sus hijos.Ellos parecían una familia perfecta; unos padres enamorados y que estaban orgullosos de sus hijos, y unos hijos ejemplares, responsables y amables. Pero sabía que guardaban su propio dolor en el antaño y, luego de todo lo que tuvieron que pasar, en ese momento solo les quedaba ser felices.La cena llegó minutos después y Jeray le sirvió a la joven, diciéndole que amaría la comida de su madre y que aquel plato era el que comían todos los años en el cumpleaños de su hermano menor, ya que era su favorito.La joven se sentía avergonzada de que tres pares de ojos los vieran con suspicacia y tanta fijeza, pero no podía pasar por alto las atenciones del hombre a su lado, de lo feliz que se veía y de lo tranquilo que estaba. La sonrisa en sus labios la tenía bien cautivada, porque jamás lo había visto sonreír de esa manera tan suelta y
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