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Todos los capítulos de La mansión del Alfa: Capítulo 11 - Capítulo 20
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¿Por qué me importaba?
—Se te escapa un detalle —dije, con voz neutra—. Yo no te amo.Su rostro palideció. La sonrisa que había brillado en su rostro momentos antes se apagó, y sus ojos reflejaron una tristeza profunda, casi desgarradora.—Es imposible —respondió, su tono severo y su mandíbula tensa—. Si eres mi mate, debes sentir lo mismo que yo.—Pues ya ves que no —contesté, intentando mantenerme firme.—Adalyne, no me mientas, por favor —dijo, y pude oír la suplica en su voz.—No lo hago. Te estoy diciendo la verdad —terminé, mirándolo con pena, aunque algo dentro de mí se retorcía.¿Yo lo amaba? La respuesta era clara: no.¿Lo quería? No.¿Me gustaba? —Mis pensamientos se detuvieron un segundo— No... sí... No, no lo sé.—Entonces me amarás a la fuerza —sentenció, su voz baja y peligrosa.—¿Me obligarás a amarte? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.—Quieras o no, será tu deber —dijo, su mirada fija y dura.Sollozando, me giré, incapaz de soportar el peso de sus palabras. No quería verle, no que
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Yo tenía el control, no él.
—Estás celosa, es lógico que te importe, repetía mi subconsciente una y otra vez.¿Yo, celosa? Jamás.¿Por esa zorra rubia? No.¿Porque la besa como me besa a mí? Nunca.Terminé de comer y me dirigí a la biblioteca. A decir verdad, superé rápido lo de Ben, y ahora podía estar aquí sin remordimientos ni miedo. Me senté y tomé un libro con la portada negra que decía, en letras blancas, "Everything About Wolf" (Todo sobre lobos).Comencé a hojearlo. Quería saber más sobre ese mundo, sobre los secretos que me rondaban. Me adentré en un capítulo que hablaba sobre cómo los lobos deben comer carne a diario para mantenerse fuertes. Si no lo hacían, aunque fuera una sola vez al día, su cuerpo caía en una condición débil y vulnerable. Había algo más, algo que me intrigaba: sus sentidos. Aumentaban de forma impresionante, sobre todo la vista y el olfato. Y entonces, descubrí algo que me detuvo en seco.Los Mates."Cuando un lobo encuentra a su «Mate», debe asegurarse de que esa persona sienta lo
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Me engañaste...
Visitaría a mi ex. Matt.Tuve un novio a los dieciséis y lo dejamos justo antes de que cumpliera los dieciocho. Dos años. Dos años desde la última vez que lo vi de verdad. Sabía que aún sentía algo por mí… o al menos, eso quería creer. Necesitaba verlo. Un taxi me dejó frente a su antigua casa, la que compartía con su familia. Los hombres de Luca me recogerían a las cuatro. Veinte minutos después, estaba parada frente a la imponente mansión Carrington.Pagué la carrera y bajé del taxi. Subí los escalones de piedra hasta la entrada principal y toqué el timbre. La puerta se abrió casi al instante, revelando a Martha, la ama de llaves. Me reconoció al instante.—Señorita Whitmore —dijo con una sonrisa cálida—. Qué alegría verla por aquí. Pase, por favor.—Hola, Martha —respondí, devolviéndole la sonrisa—. Gracias. ¿Está Matt?—Claro que sí. Está en su habitación —dijo con entusiasmo—. ¿Quiere que lo llame o prefiere subir?—Subiré —dije, sintiendo un vuelco en el estómago.Subí las larga
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No puedo quererte...
—Tú eres mía —dijo con voz fría y cercana—. Y pude sentir cómo mi sangre hervía por estar tú con alguien más —sentenció.—¿Qué sentiste exactamente? —pregunté con genuina curiosidad.—Que algo me quemaba por dentro —dijo con voz apagada.—Sentí lo mismo, por ende, solo fueron besos. No pasó nada más —afirmé, guiñándole un ojo. Me subí al auto y fijé la mirada en la ventana, intentando ocultar la turbulencia que sentía por dentro.Él se subió y dio la orden de que nos llevaran de vuelta a la mansión. Al llegar, subí directamente a mi habitación, me di una larga ducha y me puse un pijama. Estaba decidida a ver la saga de Harry Potter.Me acurruqué en la enorme cama y encendí la televisión. Rogaba en silencio que Luca no apareciera, y para mi alivio, así fue. Iba por la tercera película cuando el sueño me venció.—Adalyne… Adalyne… Adalyne… —escuché que me llamaban repetidamente hasta que logré abrir los ojos y acostumbrarme a la claridad.Me levanté y me di cuenta de que ya no estaba en
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preguntas...
—¿No me quieres? —inquirió con el rostro totalmente devastado.¿Lo quiero? Sí. Sí, sí, sí. La respuesta resonó en mi interior con la fuerza de un eco. Pero las palabras que salieron de mi boca fueron otras.—Lo siento mucho —dije con firmeza—. No.—Entiendo —dijo sin ganas, su mirada clavada en el suelo—. ¿Es por ese Matt?—No siento nada por él —dije, encogiéndome de hombros—. Es solo mi ex.—¿Entonces por qué? —insistió, levantando la vista para mirarme a los ojos—. Estaba seguro de que me querías como yo a ti.Claro que te quiero. Despertaste ese "algo" en mí que nadie había despertado antes. Pero el miedo me paralizaba.—No lo sé —dije, sintiéndome genuinamente confundida.—Yo… —balbuceó, con la esperanza brillando en sus ojos.—¡Es una broma! —exclamé, con una sonrisa traviesa—. Obvio que te quiero, idiota.Su rostro palideció por un instante, la mueca triste desapareció y sus ojos se iluminaron con una intensidad que me hizo temblar. Me miró con expectación, como si no pudiera c
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Su asistente
—¿Con cuantos hombres has estado?—inquirió con un toque de molestia en su voz.—Quizá con unos diez...—dije y reí al ver como abría sus ojos como platos y fruncía su ceño—Obvio no, tonto. Sólo con mi ex—dije y reí.—Entiendo—dijo neutral—¿Y tu? —no pude evitarlo.—En realidad, no lo se—dijo y se encogió de hombros.—Bien...—me toca—¿Que es lo que más odias de una mujer?—Que sea mal polvo—dijo y nos reímos—. En realidad, diría que las mentiras y la falta de personalidad.—Concuerdo contigo—admití.—¿Tu que odias de los hombres? —inquirió.—Que no sean claros en lo que quieren y nos engañen con mentiras y falsas ilusiones. —exclame—. Deben ser claros en lo que quieren.—Tienes toda la razón—aceptó.—Estoy algo cansada—dije y bostecé—. Durmamos.Dicho esto, por mí parte, me acosté en la cama y él igual a mi lado, me dio un tierno beso y susurro "feliz noche". Se lo devolví y tomé su brazo como almohada. Me quede dormida en cuestión de minutos.°Desperté y sentí aún cerca a Luca. No se
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Líder de los lobos.
Ahí estaban los dos, con sus labios pegados en un beso que parecía consumirlos. La imagen me golpeó como una bofetada. Se separaron lentamente, como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos, y la rubia esbozó una sonrisa triunfal, una mueca de victoria que me heló la sangre. Una furia ciega me invadió. Caminé hacia ellos con pasos firmes, el corazón latiendo con fuerza en mi pecho. No me verían la cara de ingenua. Eso sí que no.—¿Para esto querías que trabajara contigo? —inquirí, con la voz temblando de rabia contenida, mis ojos fijos en Luca, entrecerrados en una mirada acusadora—. ¿Para restregarme lo bien que te lo pasas con esta… rubia?Luca soltó un suspiro entrecortado, volteó a mirarme. Su rostro, antes relajado, se había transformado en una máscara de pánico. Sus ojos grises, antes brillantes, ahora me miraban con súplica, como un animal acorralado.—No… Adalyne… —comenzó a decir, con la voz ronca, pero fue interrumpido por la rubia, que se cruzó de brazos con una exp
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Volveré.
—¿Y qué hace aquí? —pregunté con poca modestia, cruzándome de brazos y levantando la barbilla en un gesto desafiante—. ¿Puedo ayudarle en algo?—No estás nada mal —murmuró para sí mismo, con una sonrisa que me recorrió de pies a cabeza y me puso la piel de gallina. Lo escuché perfectamente, y su mirada me hizo sentir vulnerable y expuesta—. Vengo a llevarte conmigo —sentenció con una voz profunda que resonó en la habitación, cargada de una extraña autoridad.Mi cara se desencajó. No entendía nada. ¿Qué se suponía que hacía él aquí? ¿Y peor aún, por qué quería llevarme con él? Un escalofrío me recorrió la espina dorsal. Justo en ese momento, la puerta se abrió, dejando ver a un Luca abatido, con el rostro pálido y los ojos inyectados en sangre. Parecía haber corrido un maratón.—Adalyne… yo… necesito… —comenzó a decir con la voz entrecortada, extendiendo una mano hacia mí como buscando apoyo, hasta que se calló bruscamente al notar la presencia del otro lobo. Sus ojos se abrieron con s
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2 meses después.
*2 Meses Después*Llevaba dos meses en este antiguo castillo en Inglaterra. Era acogedor y, por alguna extraña razón, me resultaba familiar, aunque no recordaba haber estado aquí antes. Era asombrosamente enorme y, aunque su antigüedad era evidente, las remodelaciones a lo largo de los años lo habían adaptado a la modernidad.El rey Alec me había tratado muy bien, con generosidad y amabilidad. Me habían extraído mucha sangre para "experimentarla", pero estaba segura de que el verdadero destinatario era él. En cuanto a mis descubrimientos, había aprendido muchas cosas:Encontré un libro llamado "Ángeles". Siempre había imaginado a los ángeles como seres creados por Dios, con gigantescas alas blancas y portadores de paz. Pero no era así. Resulta que los ángeles eran enemigos mortales de los lobos, incluso más que los propios vampiros. Tenían poderes increíbles, podían volar (lógicamente), pero sus alas podían ocultarse para camuflarse entre los humanos, a los que llamaban "mortales". Se
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Mi libertad.
Los ojos azules de Luca se encontraron con los míos, y noté al instante cómo se oscurecían, mostrando una mezcla de decepción, enojo y tristeza. Mis propios ojos se humedecieron, amenazando con derramar todas las lágrimas que había estado conteniendo. No salían palabras de mi boca, no podía articular ninguna, y por lo visto, Alec tampoco.—No sé qué hago aquí —dijo Luca, riendo con ironía—. Si a ti no te importa —afirmó.—¿Luca? —dijo Alec, vacilando un momento—. ¿Acaso tú estás enamorado de Adalyne? —rió con sorna.—Eso no te incumbe —respondió Luca con brusquedad—. Además, ella es mía. Yo la marqué.—No es cierto… —dijo Alec, vacilante—. ¿Adalyne, él te marcó… como suya? —preguntó, y de inmediato puse toda mi atención en Luca, quien me hacía gestos sutiles para que dijera que sí.—Ehm… yo… —balbuceé, sintiendo el rubor subir por mis mejillas—. Yo… sí, él me marcó.—¡No puedo creerlo! —dijo Alec, visiblemente sorprendido—. En ese caso, como tu Rey, debo aceptarlo y devolvértela de in
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