Los ojos azules de Luca se encontraron con los míos, y noté al instante cómo se oscurecían, mostrando una mezcla de decepción, enojo y tristeza. Mis propios ojos se humedecieron, amenazando con derramar todas las lágrimas que había estado conteniendo. No salían palabras de mi boca, no podía articular ninguna, y por lo visto, Alec tampoco.—No sé qué hago aquí —dijo Luca, riendo con ironía—. Si a ti no te importa —afirmó.—¿Luca? —dijo Alec, vacilando un momento—. ¿Acaso tú estás enamorado de Adalyne? —rió con sorna.—Eso no te incumbe —respondió Luca con brusquedad—. Además, ella es mía. Yo la marqué.—No es cierto… —dijo Alec, vacilante—. ¿Adalyne, él te marcó… como suya? —preguntó, y de inmediato puse toda mi atención en Luca, quien me hacía gestos sutiles para que dijera que sí.—Ehm… yo… —balbuceé, sintiendo el rubor subir por mis mejillas—. Yo… sí, él me marcó.—¡No puedo creerlo! —dijo Alec, visiblemente sorprendido—. En ese caso, como tu Rey, debo aceptarlo y devolvértela de in
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