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Yo tenía el control, no él.

—Estás celosa, es lógico que te importe, repetía mi subconsciente una y otra vez.

¿Yo, celosa? Jamás.

¿Por esa zorra rubia? No.

¿Porque la besa como me besa a mí? Nunca.

Terminé de comer y me dirigí a la biblioteca. A decir verdad, superé rápido lo de Ben, y ahora podía estar aquí sin remordimientos ni miedo. Me senté y tomé un libro con la portada negra que decía, en letras blancas, "Everything About Wolf" (Todo sobre lobos).

Comencé a hojearlo. Quería saber más sobre ese mundo, sobre los secretos que me rondaban. Me adentré en un capítulo que hablaba sobre cómo los lobos deben comer carne a diario para mantenerse fuertes. Si no lo hacían, aunque fuera una sola vez al día, su cuerpo caía en una condición débil y vulnerable. Había algo más, algo que me intrigaba: sus sentidos. Aumentaban de forma impresionante, sobre todo la vista y el olfato. Y entonces, descubrí algo que me detuvo en seco.

Los Mates.

"Cuando un lobo encuentra a su «Mate», debe asegurarse de que esa persona sienta lo
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