Las manos hechas garras de Neuhen arrasaron con la ropa de la joven, mientras Kiriko se deleitaba con sus labios, sentir, esa magnifica sensación de sentir, el ser tocada, el respirar, dejar de estar en el “espacio”Casi con desespero la joven tomo el falo del aun hombre, aunque sus manos no eran las de un humano, el resto de él, si lo era.— Kiriko, mi bella Kiriko. — podía matarlo, con solo una mirada vería su debilidad y donde golpear, pero no le importaba, no si su último recuerdo o sensación sería la de la joven sobre él.— Neuhen, sabes que terminaré matándote, y, aun así, te permites ser débil. — su voz era suave, pero cargada de necesidad, a tal punto que subió sobre él a horcadas, guiando su pene grueso a su entrada húmeda.— ¿Cómo no hacerlo? Si tu permitiste que la humana sea atacada por nosotros, con tal de no lastimarnos. — cada musculo de la joven se tensó, quedando congelada sobre el lobo, quien, sin perder la calma o compostura, empujo con sus manos la cadera de la jov
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