La mañana comienza con un silencio incómodo en la casa. Einar, como siempre, está despierto temprano, revisando documentos en su despacho. Su rostro está sereno, pero su mente está llena de pensamientos contradictorios. No entiende por qué, a pesar de su intención de mantener las cosas bajo control, Lía ocupa cada rincón de su mente.— Necesito mantenerme firme. Esto no cambia nada. —murmura para sí mismo, cerrando un expediente con más fuerza de la necesaria.Pero el aroma de café que llega desde la cocina lo distrae. Sin quererlo, sus pensamientos se desvían hacia Lía, imaginándola en su pequeño delantal, moviéndose con suavidad por la cocina. Esa imagen, aunque simple, despierta algo en él que le resulta incómodo.En la cocinaLía está preparando el desayuno, concentrada en cortar unas frutas. Su semblante es tranquilo, pero por dentro lucha con la incomodidad de estar bajo el techo de Einar. Cada vez que lo ve, su presencia la abruma, una mezcla de miedo y algo más que no puede id
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