31. Una verdad revelada
Gala parpadeó, confundida, contrariada, después de recibir aquella llamada.— ¿Ayudarte? Nana, ¿qué… está pasando? ¿Por qué estabas con Simón? ¿Qué…?— Mi niña, escúchame, Simón intentó secuestrarme para que te obligara a venir a mí, pero yo me negué, no iba a exponerte. ¡Está loco!— Dios, nana, ¿estás… bien?— Sí, mi niña, logré escapar.— ¿En dónde estás? Hablaré con Ramsés, le diré que vaya por ti.— No, no, a él no. Estoy… en la hacienda.— ¿En la hacienda? ¿En dónde?— En una casucha. Estoy hambrienta y sedienta, mi niña. ¡Por favor, ven!Ajena a que la sirvienta que le había llevado el teléfono escuchaba toda la conversación detrás de la puerta, aceptó. Su nana era todo lo que había quedado para ella después de la muerte de sus padres y de su hermana. Tenía que ayudarla.— ¿Cómo… piensas venir sin que ese hombre se dé cuenta, mi niña? Debe estar furioso con lo que me cuentas, pero te prometo que le explicaré todo.— Yo… me las arreglaré, nada. ¡Espérame allí! — le pidió, feliz d
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