11. Ramsés cree que es un monstruo
Al separarse, ninguno de los dos dijo una sola palabra. Gala todavía asimilaba lo que acababa de suceder mientras la mente de Ramsés trabajaba a mil por hora. Algo despertó en él. Algo muy fuerte e inevitable. ¡Irrepetible! Algo de lo que estaba seguro no sentiría dos veces en esa y todas sus vidas.Sus ojos brillaron. Echaron chispas. Y sus manos hormigueando como nunca antes, se posaron sin pensarlo sobre la cintura de su joven esposa, y la pegó a él con más fuerza de la necesaria, entonces, un ser primitivo y superior a él tomó el control de sus decisiones, y le devolvió el beso con energía e intensidad, rozando sus dientes con los suyos, saboreando su lengua y su sabor.Gala ahogó un jadeo y abrió los ojos, pero no hizo absolutamente para separarse, al contrario, se hizo del cuello de su camisa y se sumergió en la necesidad de ser de pronto devorada por él.En ese momento, los dos no pensaban en nada, salvo en el momento que estaban viviendo.Con posesión, Ramsés arrastró una mano
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