Todo está bien, papá. 13
Vanesa despertó lentamente, pestañeando mientras la suave luz del amanecer se colaba por las grandes ventanas de su dormitorio. Se estiró con languidez y, al girarse, notó algo inesperado sobre la mesita de noche: una taza de té, humeante y fragante, que parecía recién preparada. Sorprendida, tomó la taza entre sus manos, dejando que el calor se filtrara en sus dedos mientras inhalaba el sutil aroma a jazmín. Era un pequeño detalle, simple pero inesperado, que le dibujó una sonrisa involuntaria. Curiosa, salió de su habitación con paso ligero, aún en pijama y descalza, avanzando por el elegante pasillo de su departamento. El lugar era amplio y lujoso, decorado con un estilo minimalista que reflejaba su personalidad: muebles de líneas modernas, arte abstracto en las paredes y un suelo de mármol impecable. Al llegar a la sala, vio a una joven de uniforme azul y cabello recogido en una coleta que, concentrada en su tarea, guardaba con cuidado los utensilios de limpieza en su bolso. L
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