El aire en la cueva se tornó más denso, como si la oscuridad misma estuviera reteniendo el aliento. Aslin permaneció inmóvil, su cuerpo aún temblando por el esfuerzo y el frío. Su instinto le gritaba que retrocediera, que buscara otro camino, pero su razón le decía que afuera la esperaban hombres que no dudarían en llevarla de vuelta a ese infierno.Con los ojos bien abiertos en la penumbra, trató de distinguir más detalles de la cueva. Se agachó y deslizó la mano por el suelo húmedo, sintiendo el contorno de los huesos. Eran frágiles, secos, demasiado pequeños para ser humanos. Animales, probablemente. Pero las marcas en la piedra… esas eran distintas.Se obligó a respirar lento, a no dejarse llevar por el pánico. Si alguien había estado aquí antes, tal vez esa persona había encontrado una salida. Y ella tenía que hacer lo mismo.Avanzó con cautela, dejando que sus dedos recorrieran la pared de roca en busca de alguna grieta, algún indicio de un túnel más profundo o un resquicio de l
Leer más