21. La espera
Heinz se dejó caer en el sillón con un suspiro controlado, pero su mente no dejaba de girar, analizando, calculando, esperando. La pantalla de su celular brillaba a un lado, con la cuenta regresiva marcando los minutos. El silencio en su penthouse era abrumador, interrumpido solo por el suave golpeteo de la lluvia en las ventanas. El sonido del agua le relajaba habitualmente, pero hoy era diferente. Cada gota que caía aumentaba su tensión.Se inclinó hacia atrás, mirando el techo, y luego volvió la vista hacia la puerta, que había dejado medio abierta de manera deliberada. Esperaba verla entrar en cualquier momento, ver su rostro serio y decidido, la dureza en sus ojos. Ha-na era obstinada, terca hasta el extremo, y por eso le gustaba. Esa terquedad la hacía más fascinante, más desafiante. Sin embargo, esa misma calidad ahora lo frustraba. ¿Por qué no podía simplemente ceder?El reloj marcaba las once de la noche y, aunque aún quedaba tiempo, experimentó un creciente malestar en el est
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