Las palabras se repetían en la mente de Carmine mientras observaba al paramédico iniciar la reanimación. El cuerpo de Giacomo se movía involuntariamente bajo las compresiones.Carmine siempre se había considerado una persona fuerte, capaz de afrontar los peores obstáculos, pero en ese momento, sentía que toda su fortaleza se desvanecía. Las lágrimas comenzaron a caer sin control por sus mejillas, mientras rogaba en su mente, una y otra vez, que Giacomo estuviera bien. No podía perderlo.El tiempo pareció ralentizarse mientras los paramédicos luchaban por devolverle la vida a Giacomo.—Por favor —suplicó Carmine, apenas en un susurro.Entonces, el sonido constante de antes volvió a sonar, al principio era algo lento, pero luego cobró fuerzas.—Está de regreso —dijo alguien, y Carmine soltó una mezcla de llanto y carcajada producto del alivio.—¿Cuánto falta para llegar? —preguntó el otro hombre, hablando a través de un intercomunicador en la pared de la ambulancia.—Cinco minutos.—Grac
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