Capítulo 23. ¿Acaso… desconfías de mí?
—¿Qué haces aquí, Cole? —preguntó. Su voz sonó ronca por el llanto, aunque trató de disimularlo, era imposible. Sentía la garganta en llamas; quería gritar y patalear, como aquella vez cuando recibió la noticia de la muerte de su hija; sin embargo, se obligó a serenarse.—Es lo mismo que te pregunto yo, Callista. ¿Qué haces aquí? ¿Qué es lo que estás haciendo? ¿Por qué insistes en lastimarte? —preguntó. La preocupación en su voz molestó a Callista.—¿Por qué no debería estar en este lugar? Aquí descansan los restos de mi hija —respondió, apartándose de los cálidos brazos de Apolo, sintiendo el frío que la sacudió, golpeándola con tanta fuerza que se tambaleó.—¡Callista!Cole se apresuró a sostenerla, pero Apolo fue más rápido y la tomó entre sus brazos, pegándola a su pecho, ganándose una mirada de recelo por parte del hombre.—No sé qué intenciones tengas con Callista —dijo—, pero te recuerdo que ella y yo hemos sido amigos de toda la vida; no tienes más derecho que yo de estar aquí.
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