Cap. 39: Te gusta jugar con fuego.
La pregunta sorprendió a Anthony, quien lanzó una mirada rápida a María Elena, buscando alguna señal de lo que ella pensaba. Ella le sostuvo la mirada, sin intervenir, dándole la oportunidad de responderle directamente al niño. Anthony tomó una pausa y luego, con una sonrisa, respondió:—¿Te gustaría que me quedara, campeón?Micky asintió con entusiasmo, sus ojos brillando de alegría.—¡Claro! Así podrías contarme un cuento antes de dormir, y podríamos desayunar juntos. —Se giró hacia su madre con una expresión de súplica—. ¿Sí, mamá? ¿Papá puede quedarse?María Elena, sin querer romper la ilusión de Micky, le sonrió suavemente y asintió.—Si él quiere quedarse, por supuesto que puede, cariño.Anthony sintió una calidez inesperada al escuchar las palabras de María Elena. Había llegado preparado para una noche de trabajo en la oficina o de regreso al hotel, pero la idea de quedarse ahí, en el apartamento, junto a su hijo y junto a María Elena, tenía un peso especial que no había antici
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