Conmovida por sus palabras, Sandrine sonrió y asintió lentamente.―Gracias John ―dijo quedamenteHaber encontrado a su compañero aquella tarde, había sido lo mejor que le había pasado en mucho, mucho tiempo. Y es que, después de lo que había vivido con Mendel, ella habría apostado que ningún hombre lobo la habría aceptado.En primer lugar, ella era una omega sin loba. En segundo lugar, había sido ultrajada, no solo por Mendel, si no por los soldados a los que el hechicero la ofrecía cada vez que había nuevos reclutas.Todo aquello, la había hecho hacerse a la idea de que, si algún día se encontraba con su compañero, este, lleno de asco, la rechazaría al instante.Para su sorpresa, John no había hecho tal cosa, si no que, emocionado por encontrarla, él corrió directamente hacia ella y la estrechó entre sus brazos mientras le preguntaba en un suave susurro dónde se había estado escondiendo, y le decía una y otra vez, que él la había estado buscando desde hace mucho tiempo.Preocupada po
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