La tensión en la oficina era tan palpable, que casi se podía cortar con un cuchillo. Daniel, que estaba de pie junto a Natalia, observaba la escena con los ojos entrecerrados, notando cómo la atmósfera se cargaba de resentimiento.Los padres de Natalia, Isabella y Simón entraron con paso firme, pero el rostro de Simón se endureció al ver a Daniel allí. Apretó la mandíbula con tal fuerza que se podía ver la vena de su cuello palpitar.Isabella notó la incomodidad de su prometido, pero no dijo nada. Su mirada se dirigió de inmediato hacia Natalia, quien se encontraba sentada en una silla, con una postura recta y aplomada, como si estuviera dominando la situación. Había algo en su presencia, en la forma en que sus ojos brillaban con confianza, que irritaba a Isabella.Graciela se acercó temblorosa, su rostro reflejaba la mezcla de shock y alegría que sentía al ver a su hija. La pregunta que salió de sus labios fue temblorosa, casi un susurro.—¿Eres tú, de verdad? —no podía creer lo qu
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