Simón sostuvo su mirada, intentando leer en sus gestos alguna vulnerabilidad escondida, pero Natalia frunció el ceño, sorprendida, recuperando la compostura casi de inmediato. La presencia de él la repelía y, al mismo tiempo, la atraía de una forma que le resultaba inquietante.—Aléjate, Simón —le dijo con voz firme, aunque él notó que sus ojos lo evitaban, revelando un atisbo de nerviosismo.De pronto, un pensamiento peligroso cruzó la mente de Simón, de que quizás aún tenía alguna oportunidad con ella. Esa idea lo sorprendió y encolerizó al mismo tiempo, así que se apresuró a apartarlo, ya que no podía permitirse distracciones en ese momento.Los ojos de Natalia volvieron a él, esta vez cargados con una determinación impenetrable. De un empujón, lo alejó de su espacio personal, plantándose frente a él con la misma presencia imponente que lo había atraído y repelido en la gala.—No te pases de la raya…—Acepta el trato, Natalia —pidió Simón con voz suplicante, sintiéndose un poco i
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