Todos los capítulos de Madre subrogada: Un hijo en camino para el mafioso: Capítulo 31 - Capítulo 40
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CAPÍTULO 31
Salvatore Gianluca.Desperté de golpe, mi corazón latía desbocado, como si hubiera saltado fuera de mi pecho. Había estado soñando, una pesadilla, y no soportaba ver a Roxanne sufrir, ni siquiera en sueños. Respiré hondo, intentando calmarme, y al mirar mi reloj, me di cuenta de que habían pasado tres horas. Suficientes para arrancar el día. Me levanté de un salto, iría a buscarla.Nunca se sabe qué puede haber pasado en casa después de dormir.Cogí el teléfono y lo primero que hice fue comprobar cómo estaba Zane, y por supuesto, si el operativo del día anterior había sido realmente efectivo.—Señor, ¿cómo está? —respondió Kane con su voz habitual.—Bien, pero la pregunta es ¿cómo están ustedes? ¿Qué le han dicho a Zane?—Tendrá que quedarse en recuperación unas semanas en el hospital, señor. Estamos esperando a ver si lo trasladamos a las instalaciones de la organización.—Sí, es lo mejor. Hable con los médicos y avíseme. ¿Y qué noticias del operativo?—Parece que se ha librado de es
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CAPÍTULO 32
Terminamos de desayunar, y me levanté de la barra.—Gracias, Gloríe. Estaba rico.—Hoy no me hizo probar la comida —dijo Gloríe, haciendo hincapié en mis locuras. Roxanne me miró confundida.—¿Cómo así que probar la comida?Gloríe la miró y le sonrió con complicidad.—Es que el señor no confía en absolutamente nadie, entonces piensa que yo, que cambié sus pañales y lo crie como si fuera su madre, voy a envenenarlo —explicó Gloríe, mientras me miraba y apenas esbozaba una mínima sonrisa.—Nunca se sabe —respondí, y mi tono se volvió más serio—. En este mundo, las cosas pueden cambiar de un momento a otro. ¿No es cierto, Roxanne?Ella palideció un poco, y no entendí bien su reacción, pero parpadeó y asintió.—Sí, es verdad, pero no deberías confiar en tu nana. Ella…Las miré a las dos, y aunque no quería sonar déspota, bastó un simple gesto de mis ojos para advertirles.—¡No confío en nadie!Salí hacia la sala, y sentí los pasos de Roxanne siguiéndome.—Pero dime, ¿a dónde vamos? Tengo
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CAPÍTULO 33
Roxanne MeyersDespués de que el helicóptero nos sacó del territorio de Salvatore, llegamos a un aeropuerto privado, perdido en medio de la nada, como todo lo que parecía rodear la vida de los mafiosos. Allí abordamos un elegante jet privado, pequeño y discreto, diseñado solo para unas cuantas personas. Sentí un extraño alivio al no estar rodeada por la constante presencia de los guardaespaldas. Era como si, por primera vez en mucho tiempo, pudiese respirar algo que se asemejara a la normalidad. Nos acomodamos juntos en un amplio sofá. Ajustamos los cinturones de seguridad mientras el avión comenzaba a ascender. El cansancio me pesaba, y aunque las palabras apenas se atrevían a cruzar entre nosotros, los gestos que compartíamos tenían un significado íntimo. Apoyé mi cabeza en su pecho firme, dejando que el latido constante de su corazón me envolviera. La calidez de su cuerpo me brindaba una calma que no sabía que necesitaba. Mis párpados comenzaron a cerrarse, pesados, y me rendí a
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CAPÍTULO 34
Con cuidado, evitando la herida cercana a su hombro, deslicé mis dedos por su piel, explorando los pliegues y la firmeza de su pecho desnudo. Su respiración era constante, pero había algo en el ritmo que me hacía sentir el efecto de mi toque. Tragué saliva, incapaz de ignorar lo delicioso que se sentía su piel bajo mis dedos. Su camisa, ya abierta, no tuvo oportunidad. Con un movimiento decidido, se la arranqué, dejándola caer al suelo sin importarme nada más que el hombre que tenía frente a mí. Mis manos siguieron su recorrido, dibujando líneas invisibles sobre su abdomen definido, hasta que llegaron al cierre de su pantalón. Su mano se adelantó, firme, deteniendo la mía en un intento de recuperar el control, pero yo no estaba dispuesta a dárselo. Lo miré con determinación y, con un movimiento seguro, aparté su mano. Mis dedos hábiles desabrocharon su pantalón y bajaron la cremallera. Fue entonces cuando lo noté: la tela estaba húmeda, un indicio claro de cuánto estaba conteniéndos
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CAPÍTULO 35
Salvatore GianlucaMe tenía completamente a su merced. Sus succiones eran intensas, poderosas, y sus ojos fijos en los míos solo me incitaban a moverme con más fuerza dentro de su boca. Estaba completamente fascinado por lo que estaba experimentando, perdido en una sensación que me consumía por completo.Sentía que estaba al borde. Apenas un par de movimientos más de su boca serían suficientes para hacerme sucumbir al éxtasis. Roxanne entrecerró los ojos, y la visión de su rostro, tan cerca, fue mi perdición. Con dos embestidas finales, sentí cómo las venas de mi sexo se contraían antes de explotar en su boca. Un gemido profundo y gutural escapó de mis labios mientras alcanzaba el clímax.Ella se relamía con una expresión de deleite que me hizo estremecer, intensificando el placer que aún corría por mi cuerpo. Sin darle tiempo a nada más, la levanté hasta quedar a mi altura y fijé mi mirada en sus labios, todavía humedecidos con los rastros de mis fluidos. No pude resistirlo y la besé
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CAPÍTULO 36
Ella, sin perder el ritmo, plantó las manos sobre su cintura y arqueó una ceja, mirándome fijamente con una expresión desafiante.—Está bien, ¿qué más da? ¿Quién soy yo para decirte cómo vestirte o cómo no? ¿Vamos a desayunar, por fin? —solté, un poco molesto, pero traté de no dejar que esa irritación arruinara lo que había sido un momento entre nosotros.Ella me tomó del brazo y, al apoyarse en mí, dejó caer su cabeza sobre mi hombro.—Actúas como un esposo celoso —dijo Roxanne en voz baja, sin rastro alguno de molestia, pero con una suavidad que hizo que mis mejillas se sonrojaran sin remedio.—¿Qué? ¿Esposo? Nunca. No pienso casarme jamás —respondí, intentando sonar despreocupado, aunque un leve tono de inseguridad se coló en mi voz. Un hombre como yo no estaba hecho para esas cosas.—Entonces no actúes como si estuvieras celoso por mí.Esa respuesta me dejó completamente callado. Quería escapar por unos días de mi papel de mafioso, pero parecía que, sin darme cuenta, estaba entran
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CAPÍTULO 37
NarradorMientras para unos el amor prevalecía en algún rincón del mundo, otros tejían redes inimaginables para acabar con quien, según ellos, era un completo estorbo para sus planes.Renato movía su copa de alcohol de un lado a otro, mientras sus ojos permanecían fijos en el ventanal de su mansión. Impaciente por conocer el destino de Roxanne y Salvatore, había buscado una alianza con una rata rastrera que no dejaba de perseguir sus propios beneficios, sin importar si para ello debía venderle el alma al diablo.—Andrew Thompson, se me está acabando la paciencia, rata inmunda. Dime, ¿qué te ha dicho Roxanne?Andrew se acercó a Renato y lo miró fijamente a los ojos, imponiéndose como si realmente tuviera algún poder sobre el mafioso.—¡Ya te lo he dicho, Renato! No tengo ni puta idea de dónde está porque no me ha querido decir. Además, hace dos días que no me contesta el puto teléfono. Debe ser que el imbécil de Gianluca descubrió su telefono.Renato sentía que la sangre le hervía. No
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CAPÍTULO 38
Roxanne MeyersEra nuestro último día en aquel paraíso. Apenas la tenue luz del amanecer acarició mis ojos, sentí como si la realidad me golpeara de lleno. Me giré en la cama, buscando a Salvatore, pero como siempre, ya no estaba.Me incorporé lentamente y observé a mi alrededor. El desorden de las sábanas era el único testigo de las noches que habíamos compartido. Dormía desnuda, porque la pasión entre nosotros había desbordado cualquier necesidad de vestirnos. Me envolví en una bata y salí en su búsqueda.Lo encontré frente al ventanal, con una taza de café en la mano. Vestía una camisa blanca y un pantalón de chándal que le quedaban magníficos, tan sencillo y perfecto. Me acerqué por detrás, rodeándolo con los brazos. Por un instante temí que me rechazara, pero su mano buscó la mía con una caricia suave que me estremeció.—Duermes demasiado, Roxanne —dijo mientras se giraba hacia mí. Ahora estábamos frente a frente. Su cabello aún húmedo y su aliento fresco delataban que ya se habí
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CAPÍTULO 39
Esa noche me costó conciliar el sueño. Aunque fueron pocas las veces que dormí a su lado, me había acostumbrado a su calor, a esa sensación de tenerlo cerca. Lo necesitaba. Además, mi cuerpo parecía traicionarme; las hormonas me tenían al borde, como si un nudo duro y creciente se alojara cada día más profundo en mi garganta.Por la mañana, me sorprendió no encontrarlo en la sala de estar. Caminé hacia la cocina y, en lugar de él, me topé con Gloríe, que preparaba el desayuno con su eficiencia habitual. Sobre la mesa había una bandeja con trozos de fruta, y tomé uno casi sin pensar, tratando de sonar casual al hablarle.—Buenos días, Gloríe. ¿Salvatore ya se levantó?Ella me miró con una sonrisa ligera, se encogió de hombros y volvió a concentrarse en lo suyo.—El señor ya salió. Me dijo que tenía unos pendientes que resolver y que no regresaría en todo el día.¿Se fue y no me avisó? Sentí cómo la sangre abandonaba mi rostro, pero me obligué a restarle importancia, fingiendo calma.—Bu
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CAPÍTULO 40
Salvatore Gianluca. Su mirada, cargada de nerviosismo y puro terror, se clavó en la mía. Quise, lo juro, quise tomarla por el cuello y arrancarle la vida. Pero, para mi desgracia, Roxanne ya era parte de la mía. Acabar con ella sería como destruir una parte de mí mismo, y mi corazón se arrugó ante su traición.Siempre supe que me ocultaba algo. Tengo este maldito don para detectar mentiras, y ella lo hizo con un cinismo insoportable. Lo peor fue que bastó escuchar un simple «te amo» salir de sus labios para comprenderlo: no había superado al imbécil de su exesposo. No, ni siquiera después de todo lo que ese desgraciado le había hecho. Pero ya no era culpa de él, era de ella, que seguía atada a ese idiota. Eso me enfurecía. ¡Por supuesto que sentía celos!—Salvatore, por favor, déjame explicarte, las cosas no son como las imaginas —dijo retrocediendo, como si buscara refugio. Su mirada era temerosa, cobarde.—Lo único que quiero es que me entregues el puto teléfono. Ahora mismo, Roxan
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