—¡Tendremos una boda! Ay, ¡qué felicidad! —exclamó Miranda con una sonrisa resplandeciente.Dylan rodó los ojos, suspirando.—Madre, déjame explicarte —dijo con voz seria—. Esto solo es una boda por contrato, por venganza. Es un trato, no un matrimonio normal.Miranda entrecerró los ojos, cruzándose de brazos con una expresión que dejaba ver su descontento.—¿Crees que puedes jugar con el matrimonio de esa forma, Dylan?Franco, al notar la tensión en el ambiente, carraspeó discretamente.—Creo que es momento de retirarme. Buenas noches, señora Bauer, Dylan —dijo antes de alejarse, dejando a madre e hijo a solas.—No es así como se juega con el matrimonio, Dylan —insistió Miranda, sus palabras cargadas de reproche.Dylan frunció el ceño, claramente exasperado.—¿No entiendes, madre? Necesitamos hacer justicia. Máximo, Eduardo, Yolanda… todos ellos nos han humillado. No pienso permitir que se salgan con la suya.Miranda lo observó con escepticismo, como si intentara descifrar sus verdade
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