AlecCuando abro los ojos y busco ver el rostro más perfecto del mundo, no está. Alarmado, me levanto para buscarla, pensando que tal vez está en el baño, pero no.—¡Aria! —la llamo, temiendo lo peor: que todo lo que he vivido ha sido un sueño o que ella ha escapado—. Aria, nena, responde.Busco por
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