Samanta. —Mamá, ¿Que haces aquí? —Le pregunto confundida. —Tu padre está en la cárcel. —Me contesta, haciendo que mi corazón se encogiera, no porque el desgenerado de Andrés está en la cárcel, sino porque ella viene a pedir ayuda por el. —¿y quiere que lo liberé o algo? —Digo con desdén. —No hija, vine a decirte que fue lo mejor que nos pasó, no sabes el calvario que eh vivido todos estos años con él. —Me alegra que seas libre, ¿y que haces aquí? —Pregunto intrigada. —Vine a visitarte, eres mi hija, y te quiero. Me quedo callada esperando que diga algo importante, pero no dice nada, solo se queda ahí parada, mirándome con cara de víctima. No creo en ninguna de sus palabras, ella solo me ha demostrado desprecio desde que tengo conocimiento. —¿Quien es mi padre? —La pregunta sale de manera directa, sin anestesia. —Pensé que Andrés, había hablado contigo. —Me dijo que le fuiste infiel. Pero es curioso, hoy conocí a Gustavo Morán, tu amante de juventud y negó s
Leer más