CAPÍTULO 33: EL PASADO LLAMA A TU PUERTA.Adeline dejó el bolso en el sofá y se sentó detrás de su escritorio, acomodándose con un suspiro. Su secretaria, Anne, comenzó a informarle sobre la agenda del día, pero ella no le prestó mucha atención.Tomó un sorbo de café y, alzando la mano, la interrumpió.—Anne, omite eso. Mejor háblame del abogado —dijo con un tono algo impaciente—. Llegué lo más rápido que pude, ¿y ahora no está?La mujer asintió con una ligera disculpa en su expresión.—Lo siento, señora. Dijo que vendría en un rato, que aprovecharía para saludar a un pariente que tiene en la ciudad.Adeline no respondió de inmediato, pero sus cejas se apretaron, mostrando una mezcla de curiosidad y desconcierto. ¿Qué querría un abogado con ella? Suspiró y dirigió su mirada hacia la amplia ventana de su oficina, donde se alcanzaba a ver la Torre del Reloj de Londres, con su elegancia y quietud imponentes.Justo en ese momento, alguien golpeó la puerta. Ambas mujeres se giraron, y Anne
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