Mis reinas hermosas, déjame tu comentario... Pronto se viene ese encuentro, ¿qué creen pasara?
CAPÍTULO 36: ADRIANA DEVILLE.Después de que Zoe fue llevada a la que sería su habitación, Adeline se reunió con Anne en la sala. Se dejó caer en uno de los sillones de manera despreocupada, cruzando las piernas con elegancia. Su asistente la observó con preocupación y le sugirió suavemente:—Tal vez debería descansar un poco, señora.—Estoy bien —respondió Adeline, quitándole importancia—. ¿Hiciste la investigación?Anne se ajustó los lentes con calma y sacó su iPad. Revisó la información antes de comenzar a hablar.—Las empresas D’Angelo han estado pasando por una crisis en los últimos dos años —informó—. Giovanni D’Ángelo ha tenido que batallar mucho para mantenerlas a flote.Las palabras de Anne tomaron a Adeline por sorpresa. Sintió un pequeño dolor en el pecho al pensar en Giovanni, pero rápidamente apartó esos sentimientos y se obligó a concentrarse en lo que tenía que hacer. Se aclaró la garganta y continuó.—¿Hay otros inversores interesados? —preguntó con voz firme.—No —res
CAPÍTULO 37: DÉJALO IR. ―Mami, me duele la barriga... ―Gabriel D'Angelo tenía lágrimas en sus ojos negros y su vocecita se quebraba por el dolor. Dayana, sentada en el sillón, leía una revista. Cuando lo escuchó, rodó los ojos con frustración y bajó la revista de mala gana. —Deja de llorar por nada —le dijo con desinterés—. Me duele la cabeza de tanto oírte. El pequeño, temeroso, se acercó un poco más, con las lágrimas todavía en su rostro. —Pero mami... de verdad me duele. Dayana levantó una ceja y, sin previo aviso, lo agarró del brazo con fuerza y comenzó a caminar hacia las escaleras, tirando de él. —¡Deja de hacer drama! —lo regañó con voz dura—. Ahora estás castigado, y no saldrás de tu cuarto hasta que yo lo diga. El niño intentó hablar, pero ella le señaló hacia arriba con sus largas uñas rojas. —¡Sube! —le ordenó. Con los labios temblorosos y la cabeza baja, el niño obedeció y empezó a subir las escaleras. Una vez que él desapareció de su vista, Dayana hizo una mueca
CAPÍTULO 38: ¿QUE PASO CON NUESTRO HIJO?Giovanni sintió que el mundo se detenía y sus ojos se llenaron de lágrimas, y antes de poder pensarlo, la abrazó con desesperación, como si ella fuera lo único que le devolviera la vida. Pero Adeline lo apartó sin compasión, con un desprecio visible que le hizo arder el alma. Su mirada era de hielo puro, como si él fuera un extraño o, peor, alguien insignificante.Giovanni intentó recomponerse, pero el vacío en su pecho se hacía cada vez más grande.—Estoy aquí solo por negocios —le dijo Adeline, cada palabra afilada como una daga—. Las empresas que Barlow maneja me pertenecen, nada más.Él tragó, sintiendo que se le quebraba algo por dentro. Adeline, por su parte, se acomodó en la silla frente al escritorio sin esperar invitación y lo hizo exudando una elegancia fría y distante que lo dejaba sin palabras. Su mirada gélida lo perforó, y él apenas pudo sostenerla, luchando contra la vergüenza y el arrepentimiento que le retorcían el corazón.—¿V
CAPÍTULO 39: ¿FUÉ UNA NIÑA? ¿O UN NIÑO?Adeline sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando lo escuchó preguntar por su hijo. La sorpresa la invadió, y en su mente se formó la pregunta inevitable: «¿Cómo lo sabe?»Giovanni, como leyendo su expresión, se adelantó y le dijo con frialdad que sabía todo. Confesó haber leído su diario. Que sabía del bebé... de su bebé, y también... de su enfermedad. Adeline luchó por mantener sus emociones bajo control, aunque por dentro sentía el dolor de viejas heridas abrirse de nuevo.Sin embargo, pronto se recordó que él ya no tenía nada que ver con ella; que Giovanni no era más que el pasado. Su voz adoptó una frialdad afilada cuando le respondió:—Llega tarde tu preocupación de marido. Debo decirte que ya no me importa, ni la necesito. Pero si te interesa saber si moriré... —hizo una pausa, y sonrió con sorna— ...para tu mala suerte, estoy sana. Y en cuanto al niño que llevaba en mi vientre...Giovanni observó cada uno de sus gestos, captando la i
CAPÍTULO 40: VOY A CONQUISTARLA.Después de colgar la llamada de Lucien, Adeline se quedó mirando a la nada, perdida en sus pensamientos mientras observaba la ciudad a través de la ventana de su auto. Las palabras de su amiga Lucy resonaban en su mente, como si no pudiera olvidarlas."Si Lucien no está en tus planes, te pido que lo dejes ir."Sintió un apretón en el pecho al recordar esas palabras. La culpa la invadió. ¿Cómo podía no corresponder completamente a un hombre como Lucien? Él siempre había estado a su lado, apoyándola en sus momentos más oscuros. Un recuerdo la invadió de repente, llevándola a uno de esos momentos de vulnerabilidad.Era el día de su primera ecografía desde que le diagnosticaron cáncer. Adeline estaba sentada en la sala de espera del consultorio médico, con las manos temblorosas, llena de miedo por los efectos del tratamiento en el bebé. Lucien la había acompañado y le sostenía la mano con fuerza durante todo el camino, tratando de calmar sus nervios.—Todo
CAPÍTULO 41: UN NUEVO AMIGO.Al día siguiente, Adeline llevó a Zoe a su nueva escuela. Cuando llegaron, sonrió y le habló con ternura.—Buena suerte en tu primer día, mi amor.Zoe le devolvió la sonrisa y le dio un beso antes de bajar del auto y luego corrió hacia la entrada del colegio. Adeline la miró con una mezcla de orgullo y nostalgia, y en ese momento, reconoció cuánto de Giovanni veía en ella. Por un instante, se preguntó si hacía mal al mantenerlo alejado de Zoe, pero luego recordó que él no merecía ser su padre y que Lucien había hecho un trabajo maravilloso.Sus pensamientos fueron interrumpidos por el chofer, quien la miró desde el asiento delantero.—¿A dónde iremos ahora, señora? —preguntó.—Al centro de la ciudad —dijo—. Necesito un vestido maravilloso.El hombre asintió, y el auto arrancó.Mientras tanto, Zoe sonreía mientras se unía al grupo de niños en el patio. Pronto, escuchó a uno llorar y vio a otros niños molestándolo.—¡Eres un tonto, Gabriel! —dijo uno de los n
CAPÍTULO 42: CORAZÓN ROTO.Lucien aumentó el fervor de su beso, y sus manos empezaron a deslizarse bajo la blusa de Adeline. Ella intentó dejarse llevar y rendirse al momento. Sin embargo, la imagen de Giovanni apareció de repente en su mente, recordándole palabras que aún la atormentaban.«Te busqué… ¿Sabes? No hay un solo día en el que no me haya arrepentido de todo…»Ese recuerdo la golpeó fuerte, y aunque trató de apartarlo, el peso de esas palabras la envolvió. Se obligó a centrarse en Lucien, a concentrarse en él y en lo que compartían ahora, pero el eco de Giovanni la perseguía.«Viví en agonía, temiendo que… que estuvieras muerta… Adeline… ¿Fue… una niña? ¿Un niño?»Al final, sin poder continuar, se apartó, interrumpiendo el momento y balbuceó con dificultad.—Yo… yo no puedo… es mejor que paremos.Lucien se apartó, respirando con dificultad, sus ojos reflejando un deseo insatisfecho. Y por un momento, en su expresión se mezclaron frustración y rabia; estaba cansado de que ell
CAPÍTULO 43: YO SOY TU PAPI.La sala estaba llena de luces y murmullos mientras Adeline, como presidenta, daba la bienvenida. Con elegancia, comenzó a hablar de la nueva asociación entre su empresa y la de Ángelo. Su tono era profesional y directo, agradeciendo a todos los presentes y dejando claro que esta alianza abriría puertas para el futuro.Al terminar, una ronda de aplausos la rodeó, pero en medio de los aplausos, una copa cayó al suelo, rompiéndose en mil pedazos. Barlow se había quedado petrificado, su rostro lleno de absoluta incredulidad.«¿Adeline? ¿Era ella quien estaba allí en el escenario?»Barlow había recibido la invitación al evento, pero estaba seguro de que sería para conocer a la nueva accionista, Adriana DeVille. Sin embargo, ahora estaba frente a su hija, la mujer que él mismo había despreciado y subestimado. Su incredulidad pronto se transformó en rabia, y sus manos se apretaron mientras sus ojos fulminaban a Adeline, incapaz de aceptar que ella fuera ahora la p