Todos los capítulos de Una niñera para la hija inesperada del CEO : Capítulo 31 - Capítulo 40
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Amenaza en la oscuridad
La música resonaba con intensidad en el departamento de Alan. Erik no era del tipo de hombre que disfrutara de estos eventos, pero su amigo lo había arrastrado hasta allí con la excusa de que no podía casarse sin una digna despedida de soltero. Mientras observaba distraído el espectáculo, una bailarina con movimientos gráciles y precisos captó su atención.Sin saber por qué, Erik no podía apartar los ojos de ella. Había algo familiar en su figura, en la delicadeza de sus gestos. Cuando la chica se acercó al borde del escenario, haciendo una pirueta, el antifaz que llevaba cayó al suelo, dejando su rostro al descubierto.—¡Alison! —exclamó Erik, sorprendido.Alison se detuvo en seco, con los ojos desorbitados, al ver a Erik. Sin saber cómo reaccionar, intentó apartarse, pero Erik ya se había levantado de su asiento y caminaba hacia ella.—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó él en voz baja, mirándola fijamente—. Tenía entendido que eras camarera.Alison tragó saliva, sintiendo el peso d
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En manos enemigas
Kristen sintió cómo su respiración se agitaba mientras la puerta se cerraba tras ella y Sofía. El lugar era oscuro y tenía un olor húmedo y pesado, que hacía que todo pareciera aún más intimidante. Sofía, temblando, apretó su manita contra la de Kristen, quien trataba de mantener la calma para no asustarla más.—¿Por qué nos han traído aquí? —preguntóKristen, tratando de sonar firme mientras miraba a uno de los hombres que las vigilaban.El tipo, alto y corpulento, la observó con frialdad antes de responder.—Tú no estás aquí para hacer preguntas — dijo en tono seco y, sin previo aviso, levantó la mano y la bofeteó con fuerza.Kristen soltó un pequeño grito de dolor, llevándose la mano al rostro. Sofía, que lo había visto todo, rompió en llanto, y Kristen la abrazó con fuerza.—Por favor... no le hagan daño a la niña — suplicó en voz baja.Los hombres parecían no prestarles atención. Uno de ellos se apartó y sacó un teléfono, mientras otro se aseguraba de que las ventanas y puertas e
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La trampa fallida
Los secuestradores miraban a Kristen y Sofía con ojos amenazantes. Uno de ellos sostenía a Kristen, mientras que el otro le apuntaba a Erik.—Díganle adiós —se burló uno, con una sonrisa cruel.Kristen, temblando pero firme, apenas susurró.—Erik... no...Pero Erik, con una mirada implacable, aprovechó el mínimo parpadeo de uno de ellos. Con un movimiento rápido, se lanzó sobre el que estaba más cerca, y en un instante, lo derribó al suelo con un golpe seco. El hombre gruñó, tratando de levantarse.El otro secuestrador reaccionó y alzó la pistola, apuntando directamente al pecho de Erik.—¡Erik! —gritó Kristen, con los ojos llenos de terror.Erik no se detuvo. Con una calma feroz, avanzó hacia el hombre, ignorando el arma. En un movimiento ágil, le asestó un golpe en la muñeca, obligandolo a soltar la pistola. La pistola cayó y rodó hasta los pies de Kristen.Sin dudar, Kristen se agachó, la tomó con manos firmes y apuntó hacia los dos hombres.—¡Ni un solo movimiento! —ordenó, su voz
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Entre el deber y el deseo
Kristen y Erik se encontraban en el silencio de la habitación, con las luces tenues creando una atmósfera casi mágica. Él la había abrazado, sus labios se habían encontrado, y la tensión entre ambos parecía desbordarse en cada roce, en cada suspiro compartido.Pero, justo cuando todo parecía que iba a avanzar, Kristen se apartó de él, con la respiración agitada y los ojos llenos de confusión.—Erik… esto no está bien —murmuró, con un temblor en su voz.Él frunció el ceño, aún sintiendo el ardor del momento interrumpido.—¿Por qué no? Vamos a casarnos, Kristen. Esto es lo más normal en cualquier pareja —dijo, con cierta frustración, tratando de comprender sus palabras.Kristen bajó la mirada, apretando las manos en un intento por recuperar el control de sí misma.—Te recuerdo que nosotros no somos una pareja real —replicó suavemente, pero con firmeza—. Este acuerdo… sólo es una fachada.Erik dio un paso atrás, y su expresión cambió a una mezcla de molestia y desilusión.—¿Tenías que re
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La boda
Kristen miraba a través de la ventanilla mientras el auto se deslizaba hacia el registro civil. A su lado, Alison la observaba con una sonrisa pícara, notando el nerviosismo en la expresión de su amiga.—¿Qué pasa? —preguntó Alison—. Tienes una cara de pánico que hasta el chofer podría notarlo.Kristen suspiró, incapaz de ocultar sus preocupaciones.—Es que… siento que esto es una locura, Alison. Casarme así, tan rápido, en un matrimonio sin amor —murmuró, frunciendo el ceño—. Y luego está todo el misterio alrededor de Sofía.Alison la miró con curiosidad y luego esbozó una sonrisa traviesa.—¿No será que en realidad sigues pensando en Mark? A lo mejor te preocupa lo que él piense de todo esto, ¿no?—¡No, claro que no! —protestó Kristen rápidamente, sacudiendo la cabeza—. Mark ya es cosa del pasado. Esto no tiene nada que ver con él.—Ajá, pues claro —bromeó Alison, cruzándose de brazos—. Entonces, ahora por el que estás loquita de amor es por Erik.Kristen abrió los ojos, sorprendida
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Viaje de bodas
Kristen se acomodó en el asiento del coche y miró por la ventana, sus pensamientos enredados en la idea de que ese día marcaría un nuevo comienzo. Alison la observaba con una sonrisa cómplice.—¿Lista? —preguntó ella, divertida—. Me imagino que Erik ha planeado algo especial para ustedes.Kristen rió, aunque todavía no terminaba de asimilar la idea de una celebración para su matrimonio.—No tengo idea de que se trata todo esto, pensé que solo firmaríamos el papel y ya —admitió, con una mezcla de emoción y nervios.Poco después llegaron al lugar y, al bajar, Kristen se quedó sin aliento. Frente a ella, un exclusivo restaurante decorado de forma exquisita, con luces cálidas y ramilletes de flores en cada rincón, se alzaba como un escenario de ensueño. Erik la recibió con una sonrisa suave, extendiéndole la mano para ayudarla a entrar.—Lo preparé todo para ti, Kristen —dijo, mirándola con una intensidad que la hizo estremecerse—. Sé que no tendremos una gran fiesta, pero quería que al m
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Una noche de pasión
Los besos y las caricias subieron de intensidad. Erik apenas lograba contenerse, pero, haciendo acopio del poco autocontrol que le quedaba, se separó ligeramente de Kristen, con la respiración entrecortada.—Kristen... me vuelves loco. No hay nada mas que desee en este momento que estar contigo, pero si no estás segura... si tienes alguna duda... te prometo que respetaré tu decisión —dijo en un tono grave, mirándola profundamente a los ojos.Kristen lo miró, sus ojos reflejaban una mezcla de nervios y deseo. Tras unos segundos, respondió en voz baja.—Nunca antes... he estado con nadie — confesó, con un susurro tembloroso. Erik la miró con una mezcla de sorpresa y ternura—. Pero... siento lo mismo que tú, Erik. Él asintió, suspirando, como si se le quitara un gran peso de encima. —Entonces, quizás... será mejor que nos detengamos.Cuando Erik intentó alejarse, Kristen lo tomó de la mano, deteniéndolo con firmeza.—No quiero que te detengas, Erik —dijo, sus palabras llenas de valentí
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Los oscuros planes de Charles
Kristen estaba aún molesta por el comportamiento sobreprotector y asfixiante de Erik. Sabía que él solo quería protegerla, pero la confusión y los sentimientos encontrados sobre lo sucedido la noche anterior la abrumaban. Finalmente, se sacudió los pensamientos y decidió tomar una ducha caliente para relajarse. Por su parte, Erik también estaba lleno de una maraña de emociones. No quería que las cosas comenzaran de esa manera en su matrimonio; aunque se trataba de un acuerdo de conveniencia, sentía una conexión con Kristen que iba mucho más allá. Lo que había sucedido entre ellos había sido mágico, algo que jamás había experimentado con ninguna otra mujer. Decidido a resolver la tensión entre ellos, Erik se dirigió a la habitación de Kristen. Abrió la puerta y, al no verla, escuchó el sonido de la ducha. Algo en él se encendió, y con una sonrisa traviesa se adentró al baño, quedándose quieto un instante para disfrutar de la visión sensual de Kristen bajo el agua, las gotas cayendo
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A salvo, por ahora
Erik y Kristen bajaron a desayunar, y la mesa estaba hermosamente dispuesta para recibirlos, con un despliegue de detalles que hablaba del esmero del personal. Apenas se sentaron, la amable ama de llaves, una mujer de rostro gentil y gesto servicial, se acercó a ellos y sonrió con calidez.—Bienvenida, señora Kristen. Soy Margaret, el ama de llaves. A partir de hoy, estaré a sus órdenes. Cualquier cosa que necesite, solo dígamelo y haré lo posible por cumplirlo —dijo Margaret, con una leve inclinación de respeto.Kristen le devolvió la sonrisa, con un toque de timidez.—Gracias, Margaret, es un gusto conocerla. Aprecio mucho su disposición, y confío en que me guiará en todo lo que necesite aprender. Usted es la experta, y sus consejos sin duda serán de mucha ayuda.Margaret sonrió aún más, encantada con la humildad y amabilidad de Kristen.—Por supuesto, señora, será un placer —respondió antes de retirarse para dejarles disfrutar su desayuno.Erik, que observaba la interacción en sile
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El precio de la traición
Los días de luna de miel habían sido inolvidables para Kristen y Erik. Ella había aceptado la tregua que él le propuso, intentando no confundir sus sentimientos con el deseo, pero aquello ya se le estaba volviendo complicado. Erik, por su parte, se sentía cada vez más cómodo a su lado, no solo atraído por su belleza, sino también por la persona especial que era. Al regresar a casa, el personal les dio una cálida bienvenida. Todos estaban felices de verlos, excepto Susan, quien apenas se quedó a solas con Kristen, no tardó en soltar su veneno.—Vaya, al fin te saliste con la tuya —dijo Susan con sarcasmo y una sonrisa amarga—. Lograste arrebatarle el novio a la señorita Sasha, y no conforme con eso, ¡te casaste! Claro, porque vienes en busca de la fortuna de los Davis.Kristen la miró con incredulidad y tristeza.—Ya basta, Susan —respondió con firmeza—. Yo nunca te he hecho nada para que me trates de esta forma, pero no voy a seguir permitiéndote que me faltes al respeto.Susan soltó
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