Erik y Kristen bajaron a desayunar, y la mesa estaba hermosamente dispuesta para recibirlos, con un despliegue de detalles que hablaba del esmero del personal. Apenas se sentaron, la amable ama de llaves, una mujer de rostro gentil y gesto servicial, se acercó a ellos y sonrió con calidez.—Bienvenida, señora Kristen. Soy Margaret, el ama de llaves. A partir de hoy, estaré a sus órdenes. Cualquier cosa que necesite, solo dígamelo y haré lo posible por cumplirlo —dijo Margaret, con una leve inclinación de respeto.Kristen le devolvió la sonrisa, con un toque de timidez.—Gracias, Margaret, es un gusto conocerla. Aprecio mucho su disposición, y confío en que me guiará en todo lo que necesite aprender. Usted es la experta, y sus consejos sin duda serán de mucha ayuda.Margaret sonrió aún más, encantada con la humildad y amabilidad de Kristen.—Por supuesto, señora, será un placer —respondió antes de retirarse para dejarles disfrutar su desayuno.Erik, que observaba la interacción en sile
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