—¿Qué crees que estás haciendo, Sasha? —espetó Erik, tratando de mantener la voz baja para no llamar más la atención—. Estoy harto de tus impertinencias. Ya no quiero tener nada que ver contigo. Resígnate y haz tu vida.—Erik, no hables así —respondió ella, con los ojos llenos de lágrimas fingidas—. Sabes que siempre hemos tenido algo especial. No puedes simplemente olvidarlo…—Lo olvidé hace mucho —la interrumpió con frialdad—. Esto se acabó. No importa cuánto drama hagas.Sin esperar respuesta, Erik se alejó, dejando a Sasha parada en medio del salón. Avanzó con rapidez, decidido a encontrar a Kristen, pero se detuvo en seco cuando una mano firme lo sujetó del hombro.—Erik, necesito que vengas conmigo —dijo su padre, Charles, con tono autoritario.Erik lo siguió a regañadientes hasta el centro del salón, donde su padre pidió la atención de todos los presentes.—Queridos amigos, damas y caballeros —comenzó Charles, esbozando una sonrisa encantadora—, es un honor para mí dirigirme a
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