Mark y Sasha apenas podían respirar cuando escucharon los golpes insistentes en la puerta.—Es… es mi madre —susurró Mark, pálido—. ¿Qué hace aquí?—No lo sé, pero tienes que esconderte, ¡rápido! —Sasha señaló el clóset, mientras se recomponía la ropa y se acomodaba el cabello con manos temblorosas—. Vamos, entra ahí, por favor.Mark asintió y, con el corazón latiendo con fuerza, se deslizó en el clóset, cerrando la puerta sin hacer ruido. Sasha respiró hondo, tratando de calmarse antes de abrir la puerta. Al recibir a Verónica, se esforzó por esbozar una sonrisa.—¡Verónica! Qué sorpresa —dijo, intentando sonar despreocupada—. No esperaba visitas.Verónica arqueó una ceja, con una sonrisa ligera y evaluadora.—Así parece. Tienes una expresión… peculiar, querida. Casi pareciera que no estás sola. —La mirada de Verónica recorrió a Sasha de pies a cabeza—. Y no deberías sentir pena por ello. Erik no ha sido el hombre más devoto, y tú no tienes ninguna atadura oficial con él. Sería lógic
Erik estaba revisando unos contratos en su oficina cuando la puerta se abrió sin previo aviso. Alan, su mejor amigo y confidente, entró con una sonrisa de oreja a oreja.—¡Erik! ¿Estás listo para el almuerzo?Erik se reclinó en su silla, soltando el bolígrafo y cruzando los brazos.—Aún no, Alan. Quería decirte algo antes.Alan alzó una ceja, notando la seriedad en el tono de su amigo.—¿Ahora qué pasa? No me digas que has cambiado de idea sobre el matrimonio —bromeó, pero se calló al ver que Erik no sonreía.—Ya tengo a quien será mi esposa, Alan. Se trata de Kristen.La sorpresa de Alan dio paso rápidamente a una sonrisa astuta, y se cruzó de brazos mientras lo miraba con complicidad.—¿Kristen? ¡Vaya, vaya! Hasta que por fin atraparán al soltero más cotizado de Londres. —Alan soltó una carcajada—. Y para colmo, te casas con una mujer hermosa. Ese matrimonio no tiene nada de conveniente ni de aburrido, amigo. Estoy seguro de que terminarán enamorados.Erik rodó los ojos y sacudió la
La música resonaba con intensidad en el departamento de Alan. Erik no era del tipo de hombre que disfrutara de estos eventos, pero su amigo lo había arrastrado hasta allí con la excusa de que no podía casarse sin una digna despedida de soltero. Mientras observaba distraído el espectáculo, una bailarina con movimientos gráciles y precisos captó su atención.Sin saber por qué, Erik no podía apartar los ojos de ella. Había algo familiar en su figura, en la delicadeza de sus gestos. Cuando la chica se acercó al borde del escenario, haciendo una pirueta, el antifaz que llevaba cayó al suelo, dejando su rostro al descubierto.—¡Alison! —exclamó Erik, sorprendido.Alison se detuvo en seco, con los ojos desorbitados, al ver a Erik. Sin saber cómo reaccionar, intentó apartarse, pero Erik ya se había levantado de su asiento y caminaba hacia ella.—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó él en voz baja, mirándola fijamente—. Tenía entendido que eras camarera.Alison tragó saliva, sintiendo el peso d
Kristen sintió cómo su respiración se agitaba mientras la puerta se cerraba tras ella y Sofía. El lugar era oscuro y tenía un olor húmedo y pesado, que hacía que todo pareciera aún más intimidante. Sofía, temblando, apretó su manita contra la de Kristen, quien trataba de mantener la calma para no asustarla más.—¿Por qué nos han traído aquí? —preguntóKristen, tratando de sonar firme mientras miraba a uno de los hombres que las vigilaban.El tipo, alto y corpulento, la observó con frialdad antes de responder.—Tú no estás aquí para hacer preguntas — dijo en tono seco y, sin previo aviso, levantó la mano y la bofeteó con fuerza.Kristen soltó un pequeño grito de dolor, llevándose la mano al rostro. Sofía, que lo había visto todo, rompió en llanto, y Kristen la abrazó con fuerza.—Por favor... no le hagan daño a la niña — suplicó en voz baja.Los hombres parecían no prestarles atención. Uno de ellos se apartó y sacó un teléfono, mientras otro se aseguraba de que las ventanas y puertas e
Los secuestradores miraban a Kristen y Sofía con ojos amenazantes. Uno de ellos sostenía a Kristen, mientras que el otro le apuntaba a Erik.—Díganle adiós —se burló uno, con una sonrisa cruel.Kristen, temblando pero firme, apenas susurró.—Erik... no...Pero Erik, con una mirada implacable, aprovechó el mínimo parpadeo de uno de ellos. Con un movimiento rápido, se lanzó sobre el que estaba más cerca, y en un instante, lo derribó al suelo con un golpe seco. El hombre gruñó, tratando de levantarse.El otro secuestrador reaccionó y alzó la pistola, apuntando directamente al pecho de Erik.—¡Erik! —gritó Kristen, con los ojos llenos de terror.Erik no se detuvo. Con una calma feroz, avanzó hacia el hombre, ignorando el arma. En un movimiento ágil, le asestó un golpe en la muñeca, obligandolo a soltar la pistola. La pistola cayó y rodó hasta los pies de Kristen.Sin dudar, Kristen se agachó, la tomó con manos firmes y apuntó hacia los dos hombres.—¡Ni un solo movimiento! —ordenó, su voz
Kristen y Erik se encontraban en el silencio de la habitación, con las luces tenues creando una atmósfera casi mágica. Él la había abrazado, sus labios se habían encontrado, y la tensión entre ambos parecía desbordarse en cada roce, en cada suspiro compartido.Pero, justo cuando todo parecía que iba a avanzar, Kristen se apartó de él, con la respiración agitada y los ojos llenos de confusión.—Erik… esto no está bien —murmuró, con un temblor en su voz.Él frunció el ceño, aún sintiendo el ardor del momento interrumpido.—¿Por qué no? Vamos a casarnos, Kristen. Esto es lo más normal en cualquier pareja —dijo, con cierta frustración, tratando de comprender sus palabras.Kristen bajó la mirada, apretando las manos en un intento por recuperar el control de sí misma.—Te recuerdo que nosotros no somos una pareja real —replicó suavemente, pero con firmeza—. Este acuerdo… sólo es una fachada.Erik dio un paso atrás, y su expresión cambió a una mezcla de molestia y desilusión.—¿Tenías que re
Kristen miraba a través de la ventanilla mientras el auto se deslizaba hacia el registro civil. A su lado, Alison la observaba con una sonrisa pícara, notando el nerviosismo en la expresión de su amiga.—¿Qué pasa? —preguntó Alison—. Tienes una cara de pánico que hasta el chofer podría notarlo.Kristen suspiró, incapaz de ocultar sus preocupaciones.—Es que… siento que esto es una locura, Alison. Casarme así, tan rápido, en un matrimonio sin amor —murmuró, frunciendo el ceño—. Y luego está todo el misterio alrededor de Sofía.Alison la miró con curiosidad y luego esbozó una sonrisa traviesa.—¿No será que en realidad sigues pensando en Mark? A lo mejor te preocupa lo que él piense de todo esto, ¿no?—¡No, claro que no! —protestó Kristen rápidamente, sacudiendo la cabeza—. Mark ya es cosa del pasado. Esto no tiene nada que ver con él.—Ajá, pues claro —bromeó Alison, cruzándose de brazos—. Entonces, ahora por el que estás loquita de amor es por Erik.Kristen abrió los ojos, sorprendida
Kristen se acomodó en el asiento del coche y miró por la ventana, sus pensamientos enredados en la idea de que ese día marcaría un nuevo comienzo. Alison la observaba con una sonrisa cómplice.—¿Lista? —preguntó ella, divertida—. Me imagino que Erik ha planeado algo especial para ustedes.Kristen rió, aunque todavía no terminaba de asimilar la idea de una celebración para su matrimonio.—No tengo idea de que se trata todo esto, pensé que solo firmaríamos el papel y ya —admitió, con una mezcla de emoción y nervios.Poco después llegaron al lugar y, al bajar, Kristen se quedó sin aliento. Frente a ella, un exclusivo restaurante decorado de forma exquisita, con luces cálidas y ramilletes de flores en cada rincón, se alzaba como un escenario de ensueño. Erik la recibió con una sonrisa suave, extendiéndole la mano para ayudarla a entrar.—Lo preparé todo para ti, Kristen —dijo, mirándola con una intensidad que la hizo estremecerse—. Sé que no tendremos una gran fiesta, pero quería que al m