EmmaEl reflejo en el espejo me devuelve una imagen que no reconoce del todo. Mi cabello es un poco alborotado, mis labios hinchados por los besos de Damian, y mis mejillas, sonrojadas como si acabara de correr un maratón. Paso una mano por mi labio inferior, sintiendo la leve irritación.Una risita nerviosa se escapa de mis labios, casi en un susurro. Me siento como una colegiala que acaba de recibir su primer beso, pero no puedo evitar comparar este momento con el pasado.Con Jhon nunca fue así. Todo era... incómodo. La intimidada con él no era más que un acto mecánico, cuidado de pasión o conexión. Mis padres siempre insistieron en que llegara "pura" al matrimonio porque un hombre de sociedad jamás se fijaría en alguien "manchada". Y yo, como la niña obediente que era, les hice caso.Jhon fue el único hombre en mi vida, y ahora, al pensar en ello, me doy cuenta de que lo que compartimos no era normal. Las molestias, la falta de deseo, la frialdad... No, eso no debía ser lo que otros
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